DETRÁS DEL LENTE

EL AMAZONAS COLOMBIANO POR ALEJANDRA LOAIZA

Cuéntanos brevemente de este viaje. ¿Qué te llevó allí?

Estuve en enero de 2023. Siempre había albergado el sueño de ir al Amazonas para descubrir más de la cultura y los territorios de mi país; también porque en mi mente tenía un imaginario de este lugar: que era inhóspito, de difícil acceso y misterioso. Me causaba un poco de miedo y al mismo tiempo curiosidad de explorarlo. 

Una amiga que había estado recientemente me recomendó quedarme en Mocagua, así que ese era mi destino en el Amazonas: un pequeño hotel construido y manejado por la misma comunidad.

¿Cuál fue tu primera impresión del Amazonas?

Mi primera impresión fue que no era para nada lo que tenía en la cabeza. Al llegar a Leticia descubrí una ciudad con uno de los atardeceres más lindos que he visto, unos árboles gigantes y loros revoloteando en el parque central… ¡Me pareció tan mágico y apacible!

¿Qué es lo más lindo de este lugar?

De Leticia salí hacia a Mocagua, a 60 km en lancha de ahí. Lo que más me gustó fue la comunidad. No quería hacer ninguna actividad que no fuera sostenible o que explotara el Amazonas, y en este resguardo indígena, era la misma comunidad la que proponía actividades que respetaban la selva y los animales.

¿Algún dato interesante?

En la comunidad de Mocagua, uno de los guías nos llevó a conocer la Fundación Maikuchiga, que protege la biodiversidad de la selva, rescatando, principalmente, micos de tráfico ilegal, permitiéndoles volver a la vida salvaje y libre que merecen. Conocer el trabajo y esfuerzo de la fundación fue una experiencia inolvidable y me gustó mucho porque a diferencia de las visitas populares a la isla de los monos donde no he ido, pero escuché que, por ejemplo, impulsan a la gente a tomarse fotos con los animales, allá solo eres un visitante y los animales no están para entretener sino para respetarse.

¿Cómo llegaste?

Desde Bogotá tomé un avión a Leticia, y de ahí una lancha hasta Mocagua. 

¿Dónde hospedarse? 

Nos quedamos en el hotel La Ceiba, un cálido hotel familiar donde María y Manuel nos recibieron con mucho amor; lo construyeron ellos mismo y  junto a la comunidad organizan las actividades para los visitantes. La comida se prepara con lo que se cultiva.

¿Algún recuerdo te viene a la mente cuando piensas en este destino?

Siempre que pienso en el Amazonas recuerdo en la paz que se siente al caminar por la jungla y en la suerte que tuve de escuchar las historias de nuestro guía indígena, quien tenía alrededor de 80 años; mientras hablaba de sus hazañas y de las leyendas y el misterio que se esconden en la selva, abría camino con su machete.

¿Dónde se puede ver el mejor atardecer? 

Desde una lancha en el río, en la frontera acuática entre Perú y Colombia, mientras ves los delfines asomarse y el río parece infinito. 

¿Cuál fue tu lugar favorito? 

Definitivamente, ir por el río, explorando diferentes ramificaciones. Tuve la oportunidad de ir al lago Tarapoto, donde nadamos… cerca de nosotros pasó un delfín rosado. ¡Fue mágico!

Compártenos un secreto local.

En la comunidad de Mocagua se cultiva y pesca prácticamente todo lo que se come, a excepción de alimentos como granos, por ejemplo. El sabor de la comida es fresco e inigualable. 

¿A qué sabe el Amazonas?

A copoazú, ¡La fruta amazónica más rica!

¿Alguna canción que te recuerde a este lugar?

La verdad es que no sentía que necesitaba escuchar música porque el silencio del Amazonas está envuelto en los sonidos de la selva, el agua y las aves, ¡Es la mejor música!

Si tuvieras que escoger algo preferido del Amazonas ¿qué sería? 

La ceiba, el árbol de la vida. 

¿Algo del Amazonas que no hayas visto en ninguna otra parte?

Vi muchísimas plantas con texturas que nunca he visto en ningún otro ecosistema; las frutas amazónicas, los árboles de cacao (que sí hay en otros lugares pero no los conocía).

Survivors tip, ¿Qué empacar?

Jabón contra los mosquitos.

¿Algo que todos deberían saber antes de llegar? 

Creo que es importante tener en cuenta el respeto hacia la naturaleza, la Madre Tierra, así como visitar con responsabilidad y sin intervenir en la vida cotidiana de las comunidades que habitan el Amazonas. Tienen la sabiduría y debemos estar abiertos a aprender de ellos y conectarnos, sin prejuicios. 

¿Qué es la belleza para ti?

La belleza para mí es la cultura, la riqueza local, las historias de nuestros antepasados, la conexión entre los humanos y la naturaleza.