Londres, Inglaterra acompañada de la Orquestra de la Ciudad de Londres.

CAFECITO CON

AISHA SYED: “HABER NACIDO EN LATINOAMÉRICA ES UNA DE LAS COSAS MÁS IMPORTANTES DE MI SER”

Nombre: Aisha Syed
Profesión: Violinista
Nacionalidad: Dominicana
Instagram: @aishasyedcastro

LATINNESS: Aisha, cuéntanos un poco de ti. ¿Cómo llegaste al mundo de la música?

AISHA: Inicié con el violín a los cinco años, porque mi hermana comenzó a tocar antes que yo y quise seguirla —en ese entonces quería copiarla en todo—. Vivía en Santiago, República Dominicana, y mi mamá decidió ponernos a aprender a tocar un instrumento para que no pasáramos tanto tiempo encerradas en casa. 

Llegó un punto en el que surgieron algunas audiciones. En una de ellas a mi mamá le dijeron “esa niña que tiene es un genio”. Ella creía que era mi hermana, que es cuatro años mayor que yo, porque es superextrovertida y solía ponerse adelante; yo, por el contrario, siempre me hacía atrás pues no me gustaba el spotlight. Así fue al principio. Luego de esto mi mamá empezó a ponerme un poquito más de atención. 

Al cumplir los 11 años se me presentó la enorme oportunidad de realizar mi debut como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional de República Dominicana. Poco después lo hice también en Bellas Artes, en el Teatro Nacional y en el Teatro del Cibao, los tres más importantes del país. Fue entonces cuando mi profesor le dijo a mi madre: “Mire señora, ella ya hizo todo lo había por hacer como solista en República Dominicana, así que vamos a ver si se puede ir a estudiar afuera, ya sea en la Yehudi Menuhin School o en Julliard”. A mí me encantó la idea de irme, aunque, claro, era muy chiquita. 

La Yehudi Menuhin School es una escuela muy pequeña, especializada en música clásica, donde el rate de acceptance es mínimo. No importó. Fui, hice la audición y por la gracia de mi señor Jesús, me convertí en la primera latinoamericana en ser admitida. Entonces, me mudé a Londres. Fue un cambio radical. 

Mi madre es dominicana y mi padre, pakistaní, así que ya de por sí había un poco de mezcla. Estuve prácticamente en un internado y vivía allí casi todo el tiempo. Mi mamá se fue conmigo, tomó un apartamento y me acompañó por seis meses. Luego se fue y me quedé sola. 

A los siete años y medio, durante los cuales tuve que cambiar algunas cosas de la técnica, llegó el tiempo de presentar la audición para la universidad. Mi madre me dijo: “Mira, debes ganarte la beca completa, porque si no tienes que devolverte a República Dominicana; los estudios son muy costosos, especialmente para un estudiante internacional”. 

En Europa, Austria y Alemania tienden a dar gratis este tipo de educación, pero en Gran Bretaña no. Había una sola beca al año para las dos universidades a las que iba a audicionar: el Royal College of Music donde personas gigantescas de los últimos dos o tres siglos han estudiado, como Leopold Stokowski, Gustav Holst, que fue el compositor de la Sinfonía de los Planetas, y Benjamin Britten y el Guildhall School, en donde no solo se enseña música, sino también drama allí estudiaron Orlando Bloom, Daniel Craig y Jacqueline du Pré, la violonchelista más prestigiosa del siglo XX, cuya interpretación del Concierto para cello de Edward Elgar es aún una referencia.

Finalmente, presenté la audición en las dos y ambas me dieron la única beca completa de estudiante internacional. Escogí la Royal College of Music. Allá terminé mi licenciatura y gracias a ello se me abrieron muchas puertas para giras de conciertos de música clásica con orquestas sinfónicas. He tenido el placer de tocar en un sinnúmero de escenarios.

LATINNESS: Qué increíble historia. ¿Y tu hermana hoy día qué hace? ¿Ella se quedó con la música?

AISHA: En cierto momento ella le dijo a mi mamá: “Bueno, en la casa no puede haber dos estrellas. Ya no voy a hacer más música”. Nunca he pensado de esa forma, pero ella sí, porque tiene un carácter muy extrovertido. Actualmente, es Doctora en medicina. 

Después de que dejara la música, le dio una encefalitis cerebral, así que mi madre la volvió a poner en lecciones de violín. Eso la ayudó a recuperarse de una manera muy singular. Como familia tenemos experiencia con la música clásica no solo en términos de entretenimiento, también de supervivencia, de salud mental y física. La música clásica es para nosotros algo vital.

LATINNESS: Wow, ¡Qué lindo! Y cuéntanos, ¿cómo es un día típico para ti?

AISHA: Bueno, ahora que tengo a mi hija todo ha cambiado. Por lo general, inicia a eso de las 6:30 a.m., aunque depende de la hora en que Olivia se quiera levantar. Si tengo mucha fortuna, empieza a las 7:00 o 7:30 a.m. De mi práctica me tomo de tres a seis horas diarias, las cuales combino con las rutinas que incluye tener una niña de un año. 

Y bueno, también contesto un montón de emails diarios. Mucho trabajo. Pero estoy feliz porque la pandemia, aunque ha parado la gira de conciertos, nos ha obligado a mirar con lupa esas áreas de nuestra vida a las que teníamos en espera o que quizás no queríamos ver. Para mí ha sido un tiempo de reflexión y de poder darle calor a algunos proyectos que siempre había querido hacer.

Bogotá, Colombia acompañada de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia en el Teatro Mayor.

LATINNESS: ¿Qué proyectos?

AISHA: Conciertos virtuales. Nosotros, los músicos clásicos, al principio estábamos como que ¡No! Pensaba cosas como “es que mi violín de 300 y pico de años no va a lucirse”. Y nada, al final todos sucumbimos, porque el arte está dentro y tiene que salir y manifestarse de alguna forma. 

El proyecto que más me gustó fue el que hice con el periódico Diario Libre. Fueron en total tres conciertos virtuales todos con obras de Johann Sebastian Bach, el más grande de los compositores de música clásica y al que Beethoven, Mozart y Schubert admiraban. 

Decidí hacerlo de esa forma, porque al tener la solitud del violín y realizar composiciones escritas solo para este instrumento, ofrecía una conexión especial, sobre todo cuando todo el mundo estaba confinado en su casa. 

Aparte de eso, los pre conciertos se grabaron en dos horas y media, uno tras de otro. Para nosotros los músicos clásicos eso es muchísima presión, porque nos gusta hacer las cosas lo más excelentemente posible. Por ejemplo, grabar un disco de cincuenta minutos, como el más reciente que hice en Londres, me tomó tres días, ocho horas en cada jornada. 

Pero lo decidimos así y tuvimos a miles de personas escuchando en los streamings. Eso significó mucho para mí, porque se trataba de música netamente clásica.

LATINNESS: Qué bueno que a través del Internet hayas podido acercar a tantas personas a la música clásica. Ahora que hablas del violín de 300 años, ¿cómo selecciona un artista su instrumento?

AISHA: He sido muy afortunada de poder tocar con instrumentos que cuestan diez millones de dólares. Mi patrocinador en Londres y Nueva York, Florian Leonhard Fine Violins, me los ha provisto desde que tengo 18 años y es una bendición, porque son tan pocos, especialmente los Stradivarius y los Guarnerius, que son las marcas, por así decir, de élite. Y saber que ese mismo patrocinador es el que le ha facilitado violines a personas como Leonidas Kavakos, Maxim Vengerov, que tienen quizás el doble de mi edad y son pesos pesados de la música, es increíble para mí. 

Siempre digo en las entrevistas cuando me preguntan qué le decía a mi mamá antes de tocar con los Stradivarius: “Ay, mami, ¡Si pudiera al menos rozar con mi mano la madera de ese violín!”. Y ya ves, Dios va abriendo puertas y va poniendo personas en tu camino. Desde entonces, todo se comenzó a abrir. Grabé mi tercer disco con el Stradivarius Stevens, que es uno del período de patrón largo. Se llama Stevens porque le ponen nombres a cada uno y es de 1690, aún más antiguo. 

Con respecto a la pregunta, yo diría que al escoger un instrumento de ese calibre, hay que tenerle mucho respeto. La persona tiene que conocerlo y saber cuáles son sus mañas, es decir, las cositas secretas que uno le encuentra solamente con el pie.

En el Xinghai Concert Hall, en China.

LATINNESS: Claro, tiene todo el sentido. ¿Cuál dirías que es la parte más gratificante de tu trabajo?

AISHA: Cuando hago mis conciertos alrededor del mundo me gusta que me agenden siempre visitas sociales, puede ser a escuelas públicas, hospitales, hospicios o incluso cárceles. Sé que suena un poco gracioso, pero me he metido no te imaginas dónde, para tratar de llevar la música clásica. Creo que es un derecho que tiene el ser humano y no solo la élite: es para todos, incluso quienes no pueden acceder a ella por razones económicas, sociales o de otra índole. 

Desde el 2010 he visitado distintas instituciones. En Colombia, estuve trabajando con la Fundación Prema, que tiene centros lúdicos. Y cada vez que voy de gira me recuerdo: “Aisha, a ti te encanta comprometerte”. Y lo hago sin importar las horas de práctica para un concierto en otro país, los ensayos, las entrevistas, la preparación y el jetlag. Primero, como cristiana que soy, pienso que es un deber social, y segundo, como dije, la música clásica es para mí un derecho universal. Esa es la parte más gratificante. 

En Italia, visitamos el hospital pediátrico Gaslini, el más importante de toda Europa en cuanto a operaciones de corazón, y le tocamos a niños recién salidos de cirugía, una o a lo sumo dos semanas. Fue muy gratificante. En Londres estuvimos en el Royal Hospital for Neuro-disability, y observamos en algunos pacientes reacciones a la música, como movimientos y tal. Fue increíble. 

LATINNESS: ¿Y la parte más difícil?

¡Wow! Diría que es algo que quizás tenemos en común todas las mujeres. El otro día estaba leyendo un artículo de Today’s Parents para tratar de nutrirme de cosas de parenthood, porque a veces uno dice: “¿será a mí que me está pasando?”. La chica del texto contaba que era feminista, y que para ella ser madre y feminista chocaba mucho. Siendo abogada del feminismo, no sabía cómo conseguir un balance, porque decía: “bueno, mi esposo en mi casa es excelente, él es un gurú a la hora de bañar a los niños, pero aun así  i’m the default parent at my household”. Y es casi lo mismo con todas nosotras; o sea, para mí la parte más difícil sería eso del balance.

El primer año con mi hija fue muy gratificante en términos de carrera, pero también muy complejo, porque en ocasiones tuve que dejarla sola. En cada viaje, me enfrenté muchas veces a la decisión de si podía llevarla o no. Y decía: “me la llevo”, pero ella aún no tiene todas las vacunas y que si una gripe, que esto, que lo otro. 

Estuve lactando hasta casi los cinco meses, pero comencé a dar conciertos a los dos de haber dado a luz. Entonces, me llevaba el extractor a la habitación del hotel para poder hacerlo. Mi madre, que es cristiana, pero un poco liberal, me decía: “mira, muchacha, olvídate de la lactancia”; sin embargo, para mí era algo muy importante. Quería vivir la experiencia a plenitud, porque no sé si voy a poder tener más hijos o si en el futuro lo vamos a planear. 

Pasé por mi debut en el Carnegie, luego por un segundo concierto allí, después en Brasil, Argentina, Uruguay, Londres, el debut en el Palau de les Arts en España, un escenario gigantesco con orquesta sinfónica de ochenta músicos. También todo lo que conlleva el montaje de un solo concierto. ¡Y fueron tantos los viajes! El de la India, ¡wow, my goodness! Cuando me di cuenta las horas que tenía que recorrer… Ya no es lo mismo con la niña. 

Me enfrenté a esa dualidad pues mi mamá es bastante “pushy” y desde chiquita es quien ha impulsado mi carrera. Ella estaba alimentando en mí eso de: “¡No dejes tu carrera!”. Entonces, cada vez que viajaba, le encargaba la bebita a mi mamá; nunca la dejé con nadie más. Y la niñera de tiempo completo.

Pero hay unos momentos durante el día que siento: “I got it, I got it right!”. Como que “Sí, ¡Esto es!”. Y para mí eso es sumamente valioso. Mi esposo también es muy flexible y gracias a Dios él es su propio jefe, por lo que podemos balancear un poco más las cosas.

LATINNESS: Cuando logres encontrar el secreto de ese balance, nos cuentas. Ahora bien, ¿cuál es el mejor consejo que has recibido?

AISHA: Recuerdo un día en el Yehudi Menuhin School que estaba haciendo fila para entrar a ver a la enfermera. De jovencita me daban ataques de pánico, entonces iba mucho a la enfermería. Allí había un libro de frases y al leerlo encontré esta: “shoot for the moon because you may land among stars”.

Para mí es muy importante poder proyectarme siempre hacia la excelencia dentro de un área. Y si no llego al punto más alto, lo hago cerquita… si no llego a la luna, al menos llego a las estrellas. Por otro lado, escuché alguna vez algo que me encantó y que se aplica a cualquier carrera, incluyendo la de violinista: “no se trata de velocidad, sino de resistencia”.

Como seres humanos, muchas veces estamos en ese “rat race” y queremos llegar a la meta, tener o hacer ciertas cosas en tal punto de nuestras vidas, pero realmente no se trata de quién llega primero, sino de saber llegar. Para mí eso es muy reconfortante. Como artista necesitas espacio y tiempo mental para poder pensar tus interpretaciones y es una frase que me fascina. 

Desde que era pequeñita y me convertí al cristianismo también escuché: “esfuérzate y sé valiente”. A veces algunos dicen: “Dios te va a ayudar a esto, Dios te va a ayudar a lo otro”. Sí, claro, Dios ayuda. Pero hay que esforzarse. De ahí que sea fundamental para mí reaprender diariamente que tengo que poner de mi parte y que tengo que hacer las cosas lo mejor posible para que la mano divina decida bendecirme.

LATINNESS: ¿Y cuál es el concierto que recuerdas con más cariño?

AISHA: El 2019 fue para mí uno de los más gratificantes, porque debuté en un sinnúmero de lugares. Recientemente, el Palau de les Arts, en España, con el concierto de Tchaikovsky, y el Carnegie Hall, el segundo concierto que fue sold out

Cuando llegamos y vimos ese póster gigantesco fuera del Carnegie con el band que decía sold out, fue increíble. Pero en términos de interpretación, diría que el concierto Tchaikovsky en Uruguay, en el Auditorio Nacional. También hicimos una pieza de encore donde toqué Bach.

Los conciertos de Brasil y Argentina fueron increíblemente perturbadores por el traslado en sí, porque no había forma de viajar directamente. Tenía conciertos en Entre Ríos, Argentina, con la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos, que de hecho ganó el premio Konex a la Mejor Orquesta de Argentina. 

Después de eso salía para Brasil a tocar con la Orquesta del Teatro Nacional de Brasil. Eran dos conciertos totalmente diferentes: el de Beethoven, que es como decir un War and Peace, o sea una literatura pública gigantesca, y luego el de Brahms, que es otro de peso pesado. Entonces hacer una cosa un día tras otro, fue agotador. Además de la parte perturbadora de los viajes, porque tuve que tomar muchos vuelos cortos para poder llegar. Pero pude, por la gracia de Dios. 

Cuando a mí me piden hacer cosas que me retan, usualmente digo que sí. Por ejemplo en Cuba toqué un concierto moderno, el de Algirdas Martinaitis, lituano, y uno de Mozart N.º 3 en una sola noche. Haber hecho dos presentaciones, una tras otra, fue muy gratificante.

LATINNESS: Qué increíbles las experiencias que has tenido y por todas partes. ¿En qué teatro sueñas tocar?

AISHA: Siempre digo que hay muchas cosas por hacer. Quería tocar en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, de Colombia, y toqué el concierto de Beethoven. También me sentí honrada de haber tenido la oportunidad de presentarme dos veces en el Carnegie Hall. 

Por lo general repito bastante los sitios, porque si bien hay muchos teatros, los más importantes de cada país son uno o quizás dos. 

El año entrante tendremos nuestro debut en Sudáfrica, un sitio al que quería llegar. La Cape Town Philarmonic Orchestra es bastante buena; para mí es un nuevo terreno, aunque ahora voy para Marruecos. 

También me faltan Australia y Nueva Zelanda. No son lugares en los que la música clásica mueva a tantas personas como en Nueva York, Londres o París, pero me encantaría ir, porque simplemente los encuentro bellísimos con lo que he visto de paisajes.

Nueva York, Estados Unidos en Carnegie Hall.

LATINNESS: ¿Y en cinco años en dónde te ves?

AISHA: Espero, con Dios delante, estar aquí aún y poder continuar haciendo música. Quizás para entonces haya desarrollado más mi fundación. Este año tendremos representantes de lugares como El Sistema, de Venezuela e incluso de Colombia, específicamente del Instituto Superior del Teatro Colón. Son clases y charlas gratuitas para educar a la población latinoamericana sobre música clásica, especialmente del violín y de la viola. Así que a mí me llena mucho este trabajo y espero poder seguir haciendo más.

LATINNESS: ¿Cómo se aplica? ¿Cómo funciona?

AISHA: Según fechas establecidas, tenemos aplicaciones para participantes en general o para solistas. En esta ocasión, hemos escogido siete alumnos de solistas, quienes van a tener clases magistrales individuales conmigo gratis. No me gusta tomar alumnos porque tengo muchas cosas encima y necesito tiempo para practicar. Cuando lo hago, la hora es bastante cara. 

En esa clase magistral van a tener como oyentes a todos los participantes de esos países. Serán cinco charlas temáticas sobre el violín, la técnica, la historia y la interpretación. Esta es la tercera clínica musical que hacemos por tercer año consecutivo. 

En cuanto a los festivales, tenemos uno desde el 2015. De hecho, traje a Mark Messenger, director de cuerdas del Royal College of Music, un señor increíble en términos de pedagogía que fue condecorado hasta por el príncipe Carlos. Poder tenerlo para que imparta todas esas lecciones en los festivales que ofrecemos gratis a los chicos, es muy gratificante. Me llena mucho.

LATINNESS: ¡Qué lindo proyecto! ¿Y qué es lo que más amas de la cultura latina?

AISHA: Te voy a contar una anécdota sobre el día en que presenté la audición para el Royal College of Music; estaba con mi mamá. Recuerdo que un día antes lloraba y lloraba pensando: “Dios mío, ¿Qué es lo que voy a hacer? Una sola beca y se presentan más de tres mil personas para obtener la entrada a esa universidad. Ayúdame”. 

Justo antes de entrar a la audición, mi mamá me dijo: “mira, olvídate de que rusos, de que chinos, de que japoneses, de lo que sea. Eres latina y vas a representar lo que somos los latinoamericanos”. Me puso vídeos de Gustavo Dudamel, de la Miss Universo Amelia Vega y de muchas personas de las cuales tenemos que estar orgullosos, y sentenció: “esto es lo que eres, es lo que vas a representar. Vas a ver que con Dios delante, esa beca va a ser tuya”. Y para la gloria de Dios, así fue. 

Y ese es el mensaje: ser auténticos, estar orgullosos de donde venimos y tratar de compartirlo con el mundo. Para mí es muy importante que no solo se diga que soy dominicana, también que soy Latinoamericana. En los inicios siempre me decía: “¿por qué no nací en Europa? Hubiese tenido mejores profesores”. ¡Pero claro que no! Para mí ser latinoamericana se ha constituido en una fuerza que muchas otras personas no tienen. Para mí, haber nacido en Latinoamérica es de las cosas más importantes de mi ser.

Imágenes cortesía de Aisha Syed.