El Copacabana Palace fue inmortalizado en la película de 1933 Flying Down to Rio, protagonizada por Ginger Rogers y Fred Astaire. ¿Puedes contarnos más sobre ese período?
En esa época, América Latina parecía contener todo el glamour y la exuberancia del mundo, así como la libertad y el optimismo, en contraste con las naciones más antiguas agotadas por la guerra. Fue una era que daría origen a momentos atemporales de gracia y encanto.
En el prefacio del libro, hay una anécdota de esa época sobre cómo mi abuelo chileno, al llegar al hotel, fue confundido con el actor estadounidense Tyrone Power en la década de 1930. ¡Incluso firmó autógrafos! Es una historia fascinante. La magia de ese tiempo está inextricablemente vinculada a personas y momentos que hoy en día son imposibles de reproducir.
Las décadas de 1950 y 1960 presenciaron a la ciudad en su apogeo, desbordante de creatividad artística, música y baile. Esta fue la era de la bossa nova, con leyendas como João Gilberto y Tom Jobim componiendo melodías que encantaron al mundo. El Copacabana Palace estaba en el epicentro, encarnando el espíritu creativo de la ciudad. ¿Puedes compartir algunas anécdotas de esa época?
Me encanta el hecho de que la bossa nova se creó cuando un pequeño grupo de artistas y músicos estudiantes se unieron para crear un nuevo tipo de sonido. Fue una simple mezcla de cultura playera, juventud y sensualidad. Simple y fabuloso al mismo tiempo.