CAFECITO CON

ASTRID MUÑOZ: “A LOS 21 AÑOS FUI A MODELAR A FRANCIA, Y ME CONVERTÍ EN UNA DE LAS PRIMERAS LATINOAMERICANAS EXITOSAS EN LA MODA”

Nombre: Astrid Muñoz
Profesión: Modelo, fotógrafa y fundadora de Curatoria
Nacionalidad: Puertorriqueña-dominicana
Signo zodiacal: Piscis
Instagram: @astridmunozofficial @curatoriadesign
Sitio web: www.curatoriadesign.com

LATINNESS: Astrid, sabemos que naciste en Puerto Rico. Luego viviste en México y Europa; ahora te encuentras en Argentina. En fin… has tenido muchas vidas. Háblanos de estas etapas.

ASTRID: Soy de familia dominicana y crecí en Puerto Rico. Con esta mezcla de culturas, a los 21 años, me fui a modelar a Francia; allí me convertí en una de las primeras latinoamericanas exitosas en la moda, gracias a Mario Testino y a Carine Roitfeld. Después de mí, llegaron las brasileñas y otras latinas. Cuando empecé, recién comenzaba Kate Moss. 

No solo fui una de las primeras latinoamericanas, también una de las más bajitas, al igual que Kate. Ella fue precursora, lo que me ayudó mucho porque ya tenía lo de ser exótica.

Después viajé por México y me enamoré de Tulum. Fui a pasar la Navidad. Todavía modelaba, pero decidí quedarme. Estuve allí por unos cuatro años. Residía en París en esa época pues mi carrera estaba en apogeo. Aun así quería descubrir la cultura mexicana y no regresar a Francia. Entonces, me iba a hacer mis trabajos de modelo, ya que todavía tenía contratos, y volvía. 

Fue allí donde empecé con la cámara. Iba de aquí para allá fotografiando a quienes veía y con quienes estaba en contacto. También los paisajes.

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LATINNESS: ¿Cuándo fue esto?

ASTRID: En 1998.

LATINNESS: Seguro Tulum era otra cosa en ese entonces…

ASTRID: Otra cosa. Solamente estaba el fotógrafo mexicano Enrique Badulescu. Giovanni Testino tenía una casa. Era pura selva con uno que otro hotelito. 

LATINNESS: El paraíso, de verdad.

ASTRID: Claro. Siempre estuve buscando la playa perfecta en mi vida, como la de la película La playa; así era yo… siempre buscando. Y ahí estaba. 

A mí me gusta lo salvaje y tenía toda la selva para mí. 

A mi pareja de entonces le encantaban los animales, así que todo lo que encontraban en el cuarto, nos lo pasaban. Teníamos terrario. De hecho, nos llevamos algunas especies para París, porque vivíamos allí. Incluso subimos escorpiones bebé al avión. Por supuesto, eso fue antes del 11 de septiembre, que pasabas cualquier cosa. 

Fue una experiencia lindísima. ¡México es un país culturalmente tan rico y bello! Me quedé hasta que dije: “Necesito París, necesito los high heels”. 

Viajé muchísimo y estuve en contacto con diferentes comunidades. Lo que me gusta, siempre lo he llevado en el ADN.

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LATINNESS: ¿Y qué pasó después de México?

ASTRID: Regresé a París. Ahí me hice fotógrafa. Llegué con la idea de la fotografía y Eric Pfrunder de Chanel vio algo de lo que había hecho y me preguntó: “¿Quieres dedicarte a eso?”. Luego añadió: “Me encanta cuando una mujer se convierte en fotógrafa, porque tiene otra mirada”. Entonces, me prestaron el edificio en Place Vendôme, que es de la joyería de la marca, para fotografiar la Alta Moda durante la semana dedicada a ella. Tú sabes como es: te mandan un vestido cada dos horas.

Este fue mi debut. Hice autorretratos. La verdad fue un apoyo increíble.

Él le enseñó los autorretratos a Carine, porque ella fue la primera que me ayudó como modelo. Dije: “bueno, ella tiene que verlos”. Le encantaron y me dio mi primera sesión de fotos para French Vogue. Ahí comenzó mi carrera. 

Después, me divorcié de este mundo francés. Salí de Francia y me fui a vivir a Londres.

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Autorretratos para Chanel.
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LATINNESS: Tu historia es increíble. ¿Qué pasó en Londres?

ASTRID: El ritmo de vida es otro. Estaba en su apogeo cuando fui. Soy pésima para las fechas, pero era el momento en el que el entertainment business pasaba por ahí. Por esos días estaba muy mezclada con el arte y la moda. Tenía muchos contactos.

Elizabeth Saltzman me dio una mano. Fue algo así como una mentora en mi carrera de fotografía. Me ayudó a conectarme.

Terminé trabajando con Vogue Spain y con Vanity Fair. También hice varias cosas para Marie Claire y Elle americanas. Esa fue mi carrera de fotógrafa.

Alice Dellal para Vogue España por Astrid Muñoz.

Después me enamoré de un argentino que me dio vuelta a todo. La verdad nunca me imaginé viviendo en Latinoamérica. Pensé que me iba a quedar en Europa, porque estuve allí desde los 20 años. Pero llegué a Argentina, que es un país increíble y con una hermosa naturaleza. Acá encuentras montañas, desiertos y selva. Hay de todo.

También me enamoré de la cultura, así que empecé a fotografiar a los gauchos y a meterme en la movida gauchesca. Además, descubrí la artesanía.

Gauchos por Astrid Muñoz.

Cuando me mudé acá, me alejé del mundo de la moda, porque sí o sí tienes que estar en él todos los días. Si te distancias seis meses, estos equivalen como diez años luz en la moda. Entonces, no me interesaba tanto estar en ese universo, en todas las temporadas, en todo ese viaje. Por eso hice más fotografía artística, un tema más relacionado con galerías y exhibiciones. 

Hasta que me llamó Jean Moore, un director artístico. Él fue quien tuvo la idea de contactar a Karl Lagerfeld con H&M, una alianza que cambió la historia del high street. En esos días, Moore estaba trabajando con Esprit para realizar un cambio importante en la marca. Fue entonces que se metió en mi website y se enteró de que hacía autorretratos y otras cosas. Me dijo que mi trabajo era perfecto para una campaña de la marca. 

Así fue que obtuve este increíble proyecto en el que fui imagen y fotógrafa. Una serie de autorretratos realizados en la isla de Skye, la más grande de Escocia. Fui dos semanas antes para fotografiar el lugar… ¡Era increíble! 

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Autorretratos para campaña de Espirit.
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Para la parte de moda, para los autorretratos, trabajé con un equipo de 30 personas… Fue un mega proyecto. Luego pensé: “Después de esto no hago moda ni loca. O sea, esto es como ¡Wow!”. Sin embargo, lo hice con un toque más artístico. Por eso cuando me dijeron “vamos a hacer un cóctel durante la semana de la moda”, el típico de las marcas, decidí plantear una contrapropuesta: planear una exhibición de arte y no un evento en una tienda, porque así podrían prestar atención a lo que estoy haciendo. Cómo cambiaron las cosas. 

Y la hicimos. Allí reconstruí todo lo que vi y sentí en la isla. De hecho, recreamos una particular colina rocosa que hay en ese lugar, llamada Man of Storr. Y los cambios de clima pues cuando estuve, llovía, hacía sol o se ponía gris…  cada día pasaba algo diferente. Así que para tener coherencia en la historia, también incluí eso en la exhibición con las fotos.

Isle of Skye by Astrid Muñoz.

Al comienzo, pensamos en ponerlas en agua, pero el color no salía bien, así que decidimos hacerlo en vidrio. Creamos unas mesas especiales de madera para ello.

La verdad esto fue una liberación, una increíble experiencia, porque cuando terminé, como que lo di todo, quedé vacía. No pude tocar una cámara por un año después de esa campaña. Ya me lo había predicho el diseñador Roland Mouret cuando vino a ver la exposición; me dijo: “vas a ver como quedas vacía”. Y yo pensé: “¿De qué está hablando este loco?”. Así mismo ocurrió. 

Lo que produje fue una especie de templo, porque la gente me decía: “no me quiero ir; me quiero quedar aquí”. También lo dijo Mario Testino. Fue una linda experiencia y lo último que hice en moda.

Skye Photography and Installation by Astrid Muñoz, en La Halle Freyssinet de París.

LATINNESS: ¿Y ahora dónde estás?

ASTRID: Me vine para Argentina. Mi marido tiene tres hijos, así que me enfoqué en lo familiar, a ser hostess en casa. Después dije no, ya está. Ya lo hice. Ahora quiero ver en qué proyecto puedo contribuir.

LATINNESS: De todos estos sitios donde has vivido. ¿Qué tomaste?

ASTRID: De París, la comida, lo gourmet. Es increíble la importancia que se le da al buen comer. Me encantó de París su belleza. Aunque estés concentrada en tu teléfono mientras vas en taxi, te encuentras con la belleza del día a día. Es impresionante. 

De Inglaterra, el humor; en especial, poder reírme de mí misma. De Nueva York, la mentalidad business: llegar a tiempo, trabajar “9 to 5”, planear lo que vas a hacer. Así es un poco la alemana. 

Argentina me trajo a mis raíces pues si bien me crie en Puerto Rico, tenía una especie de tortícolis que me llevaba a mirar siempre hacia Europa. Cuando crecí, quería ser modelo en Europa y vivir allá. No le veía nada de valor a quedarse en Latinoamérica. 

Cuando llegué a Argentina, ya más grande, vine con la intención de echar raíces, de establecer una familia. Acá me encontré con la riqueza que tenemos los latinos y la diferencia que llevamos al mundo. Los fuertes simbolismos con que contamos y los modos profundos de ver la vida y de relacionarnos. Eso lo volví a captar acá. 

De México, a pasarla bien. La verdad es que ellos la pasan muy bien. Para llorar o para reír, un ‘tequilita’ y no pasa nada.

Una visita al Amazonas.

LATINNESS: La verdad que sí. El mexicano tiene una alegría particular. Y pues ahora estás con Curatoria, cuéntanos ¿cómo y cuándo llegaste aquí?

ASTRID: En 2019. Mi marido era un gran polista. De hecho, lo nombraron presidente de la Asociación de Polo, un cargo muy importante a nivel mundial. Acá se realiza un torneo que es como el Wimbledon de polo. Tiene lugar de septiembre a diciembre y vienen miles de extranjeros. 

Cuando estaba en esa posición, llegó para cambiar un montón de paradigmas, para hacer el polo más inclusivo. No quería un deporte elitista. Luego se le ocurrió que quería tener algo de arte en el polo. Y pensé que sería maravilloso no solo tener arte, sino también moda y diseño; es decir, poder darle una vitrina a los diseñadores de nicho que conocía y que no tienen tienda. Quería realizar una curaduría. Y, bueno, me dejaron. 

Empecé a hacer de la nada una especie de Colette, un tipo de concept store que incluso la gente no alcanzaba a entender. Muchos creían que era una feria. Fue entonces cuando convertí un museo militar, ubicado donde se juega este torneo, en una tienda, y convoqué a diferentes diseñadores y artistas, mis favoritos. Y ellos me llevaron otros. Se abrió el abanico. 

En este ejercicio conocí a las comunidades aborígenes con las que estoy ahora involucrada. No sabía de su trabajo, porque aquí aún no se valora mucho lo artesanal… más nicho todavía. Con ellas descubrí a estas mujeres tejedoras que tienen un arte increíble. Ahí pensé: “Dios mío. Esto se lo tengo que enseñar a alguien en Europa, a algún diseñador que pueda hacer algo, a alguien en Estados Unidos. Esto es increíble”.

Comunidad Wichi por Nicolás Heredia.

Me puse entonces a investigar a estas artesanas y me di cuenta de la precaria situación en la que están. Mueren de hambre, no tienen agua ni luz. Una problemática social impresionante. Me preguntaba: ¿Cómo pueden hacer este arte y que pase esto? Me entró la urgencia no solo de preservar el saber, también de ayudar. Que en pleno Siglo XXI no tengan nada, es una barbaridad.

Comunidad Wichi por Celine Frers.

Durante el proyecto, en el que trabajé ad honorem, me di cuenta de que faltaban perchas. Y fue cuando conocí otra problemática del país. Y es que para los artistas y diseñadores es muy difícil hacer negocios en Argentina. Muchos se sienten agotados, abatidos, aunque tienen un talento increíble que puede llegar incluso hasta Moda Operandi. Estaban tan desilusionados que teniendo este escenario del polo en el mejor lugar, con la máxima visibilidad y sin pagar, me costó convencerlos. “Uy no, otra feria más…”, decían. 

Eso me llevó a querer cargarlos en hombros, a mostrarlos al mundo, como ya ocurrió con los colombianos, con su moda y su artesanía. Y es que de repente, hace cinco años, veía a todas las inglesas vestidas de Johanna Ortiz, con los moños, con los volantes, con los hoops. También pasó hace unos años con la moda y la artesanía mexicana. Así que me pregunté: ¿cuándo va a ser el momento de Argentina? Me propuse entonces a ayudarlos a llegar hasta allá, pero con otra visión. 

Recuerdo que al compartir eso que me imaginaba con uno de los artistas, me dijo: “¡Ay, qué linda tu energía… tan ingenua!”. Y le respondí: “¿Ingenua?”. Hay una gran diferencia: no estoy abatida. 

En fin… constituir un negocio en Argentina es difícil. Hay millones de trabas que no ayudan al emprendedor. Pero soy cabeza dura, porque tengo la suerte de tener contactos y puedo convertirme en un puente entre Argentina y Europa o Estados Unidos.

El problema es que seguía debatiendo si quería montar una tienda, porque la verdad es una esclavitud. Hasta que llegó la pandemia y con ella el boom de lo digital en Argentina; en ese entonces todavía estábamos en pañales. Las ventas online subieron. Y ahí fue que me di cuenta de que me encantaba este proyecto, estar en comunicación con los artesanos y crear.

Por ejemplo, estoy ayudando a un artista que trabaja en lana merino argentina. Acá compra Loro Piana la lana; se la lleva en el vellón en bruto, pero solo se queda el 20 % en el país, lo demás se exporta. Esto dificulta que los artesanos tengan acceso a ella. Al verlo reflexioné: “¿Con quién puedo hacer una colaboración? Quizás a John Galliano le pueda parecer divertido”. 

Decidí que emprender esto va más allá de poner una tienda, y paso a paso, voy encontrando las problemáticas y cómo puedo ayudar a resolverlas.

El tejedor Martin Valero por Nicolás Heredia.

LATINNESS: Empezaste con la artesanía argentina, pero quieres trabajar en toda Latinoamérica…

ASTRID: Como te dije, acá no se valora todavía la artesanía. Me traje la colombiana para que comparen y vean lo que es, porque la de ese país lleva 32 años de evolución gracias a Artesanías de Colombia, que la ha modernizado y adaptado a los tiempos actuales. Eso es lo que quiero hacer: un laboratorio de moda, de creación, en el que trabajemos con las comunidades indígenas. Por eso decidí mostrar y posicionar la artesanía. Y es que la gente se vuelve loca con ella. No hay más que ver lo que pasa con las ruanas de la diseñadora colombiana Adriana Santacruz. 

Como viví en diferentes lugares y viajé tanto, también me quiero traer la mexicana. Será la próxima cuando pueda ir. 

La idea de Curatoria es que todos tenemos cosas en común. Por ejemplo, yo escogí cuatro espirales para el logo y resulta que todas las comunidades indígenas latinoamericanas también tienen el espiral. Vengo con esa imagen desde hace muchos años y empecé a encontrarla en los aretes mexicanos cuando vivía en Tulum y en los anillos de joyería Cano en Colombia. También en los ponchos que tengo. Todos estamos conectados. 

Tejedores por Nicolás Heredia.

LATINNESS: En todas tus historias cuentas cómo el networking te ha ayudado en tu carrera. Mencionaste a la estilista Elizabeth Saltzman, a la editora Carine Roitfeld y a Eric Pfrunder de Chanel. Obviamente, eso ha sido muy importante para ti. ¿Qué consejos le darías a la nueva generación de creativos sobre cómo trabajar en moda?

ASTRID: Algo que he visto y considero fundamental, lo he percibido en lo que están haciendo los colombianos y los mexicanos: que parten de su origen. No quieren ser el próximo Valentino; parten de su esencia, de lo que hay en su país y qué twist nuevo le pueden dar. Pero sale de sus raíces.

Astrid Munoz Fine Art 01
Gaucho series by Astrid Muñoz.
Comunidad Wounan 3

Comunidad Wounan por Nicolás Heredia..

LATINNESS: Cuéntanos algo sobre ti que poca gente sabe.

ASTRID: Cuando era pequeña, mi mamá cosía para mí. Hacía todo tipo de labores manuales. De hecho, mirábamos las revistas de alta moda con ella y copiábamos a Valentino y a Saint Laurent. Eso nunca se lo dije a Valentino. ¡No sé por qué! Me acuerdo de copiar un jacket de polka dots, con un palazzo pants y un fular que me llegaba hasta la rodilla. Entonces tenía 18 años y corría 1989. Todo el mundo andaba de Body Glove, que era lo que usaba en mi época. Era muy flaca así que no podía llevarlo. 

Años después recuerdo que fui a la oficina de Valentino por algo y allí había un libro que compendiaba todo su trabajo. Cuando llegué a la parte de los polka dots pensé: “¿Qué tal que supiera que lo copié completamente?”. 

Imágenes Cortesía de Astrid Muñoz.