DETRÁS DEL LENTE
BUENOS AIRES, ARGENTINA POR DANIELA PALLONE
Cuéntanos brevemente sobre “Tango, alma y ciudad”.
En mi última visita a Buenos Aires retomé una serie pendiente: documentar algunas milongas (las tradicionales reuniones donde se baila tango en comunidad) y la ciudad que las envuelve como un segundo bailarín. Las milongas son espacios donde el tiempo parece detenerse; el baile es una improvisación que exige atención plena y conexión profunda entre las parejas. Entre los azulejos gastados, la luz tenue y los silencios cargados de significado, se crea una atmósfera casi meditativa.
¿Cuál fue la imagen que lo inició todo?
Todo empezó hace años, cuando vivía en la ciudad y estudiaba fotoperiodismo. Tenía una cámara análoga y un día retraté a una tanguera descansando entre “tandas” en una banca cerca de mi casa. Esa foto se perdió con las mudanzas, pero siempre fue mi referente.
¿Qué elemento urbano no podías dejar de fotografiar?
El Obelisco, como gran ícono de la ciudad. A su alrededor se encuentran los salones más tradicionales donde, noche tras noche, se viven las milongas que mantienen viva la esencia porteña.
¿Hay una historia que ocurrió mientras fotografiabas y que nunca olvidarás?
Sí, una noche mientras fotografiaba en una milonga del centro, una pareja mayor bailaba con una delicadeza que me dejó sin aliento. Cuando terminó la tanda, me acerqué para agradecerles el momento y descubrí que llevaban más de 40 años bailando juntos. Me dijeron que el tango era su manera de seguir hablándose sin palabras. Esa frase se me quedó grabada.
¿Cómo suena Buenos Aires cuando cierras los ojos?
Aunque esta serie gira en torno al tango, cuando cierro los ojos, Buenos Aires suena a rock nacional y blues argentino, al sorbo del mate, y al murmullo constante de cafés que nunca duermen.
Si Buenos Aires fuera un aroma y un sabor, ¿cuáles serían?
Sería el del café recién hecho mezclado con el olor de libros viejos en una librería de calle Corrientes. Y si fuera un sabor, sería el de una medialuna tibia con dulce de leche, seguido del amargor del primer sorbo de un mate.
¿Qué lugar te hizo sentir: “esto solo puede pasar en Buenos Aires”?
El casamiento de Anita y Mirko, una obra de teatro comunitario en el Circuito Cultural Barracas, me hizo sentir que eso solo podía pasar en Buenos Aires. Se vive como una verdadera fiesta: hay comida, brindis, música en vivo y mucho baile. El público no solo asiste, sino que se convierte en parte de la familia, compartiendo la mesa con los personajes y sumándose al festejo. Es una celebración teatral única, barrial y entrañable, donde el arte se entrelaza con la vida cotidiana del sur porteño.
¿Qué souvenir llevarías en la maleta para recordarte de Buenos Aires, aunque estés lejos?
Una copia de la vieja llave de bronce del cerrojo del departamento en Palermo donde viví.
¿Cuál fue tu primera impresión de la ciudad? ¿Y una memoria que guardas con cariño?
Mi primera impresión de Buenos Aires, fue que todo parecía más grande que yo: las avenidas infinitas, los edificios que crujían con historia, el cielo plomizo que parecía siempre a punto de decir algo.
Una memoria que guardo con cariño es una tarde en Plaza Francia. Había músicos tocando, chicos corriendo y yo sentada en el pasto con amigos, compartiendo galletitas y risas sin apuro. El sol bajaba lento, dorado, y en ese momento sentí que pertenecía ahí.
¿Una foto que no lograste tomar y aún sueñas con capturar?
Sueño con haber podido retratar a una pareja de tangueros míticos, de esos que marcaban la pista con solo entrar. Ya no están entre nosotros, pero su presencia sigue viva en las milongas.
¿Qué podría sorprender a un extranjero sobre Buenos Aires?
Puede sorprenderle cómo Buenos Aires mezcla caos y belleza con total naturalidad. Librerías abiertas de noche, milongas en la vereda un martes cualquiera, y gente que te habla como si te conociera de siempre.
¿Un secreto local que estés dispuesto a compartirnos?
El bar oculto bajo la florería Atlántico en Retiro.
¿Qué palabra o concepto define mejor esta serie para ti?
Pertenencia. Porque más que mostrar bailes o lugares, esta serie habla de encontrar un espacio donde uno se siente parte, donde la ciudad y el tango se entrelazan para crear un sentido profundo de conexión.
¿Tienes un ritual al llegar a Buenos Aires?
Sí, tomar un café en una cafetería clásica, sentarme junto a la ventana y observar la ciudad despertar mientras dibujo o escribo.
En búsqueda de cultura local, ¿a dónde vas?
Me gusta pasar por cafés históricos donde se respira literatura e historia viva.
¿Tienes solo 48 horas en la ciudad, qué no puede faltar en el itinerario?
No puede faltar caminar por Palermo, disfrutar un almuerzo en un bodegón de barrio, visitar la feria de San Telmo y cerrar la noche escuchando música en vivo en el Centro Cultural Torcuato Tasso.
¿Dónde se puede ver el mejor atardecer?
En la Costanera Sur, junto al Río de la Plata o desde los balcones del Palacio Barolo.
¿Dónde hospedarse y cuál sería tu bar favorito para cerrar el día?
Palermo Soho o Recoleta y mi bar favorito es Rey de Copas en Palermo.
¿Un almuerzo sencillo y delicioso? ¿Una cena romántica?
Rabas frescas de Mar del Plata en “La Pescadorita”. Cena en “El Preferido de Palermo”, morcilla casera acompañada de una copa de Bonarda de la casa, y de postre, un helado de sambayón para compartir.
¿Dónde escuchar tango?
Los viernes en La Viruta Tango Club.
¿Un plato o bebida típica que siempre recomiendes probar?
Una picada tradicional acompañada de una copa de sidra bien fría,
¿Tienen alguna canción que te conecte con este lugar?
¨Cabildo y Juramento¨ de Conociendo Rusia. Justamente viví en esa intersección.
¿Tu slang o palabra porteña favorita?
Quilombo, que significa desorden.
¿Qué es la belleza para ti?
La verdad, la originalidad, el sentido del humor y la naturaleza.