Puente Invertido, 2019.

Image by Sebastian Schaub.

CAFECITO CON

DAGOBERTO RODRIGUEZ: “UNA SOCIEDAD QUE NO EJERCE LA CRÍTICA Y QUE NO ES CAPAZ DE ACEPTARLA, SE ESTANCA”

Nombre: Dagoberto Rodríguez
Profesión: Artista
Nacionalidad: Cubano
Signo zodiacal: Piscis
Instagram: @dago_rodriguez_carpintero

LATINNESS: Dagoberto, trabajas mucho con el humor y la ironía. ¿Dónde ves el espacio para hacer esto en el contexto de lo que está sucediendo en el mundo con la invasión rusa a Ucrania?

DAGOBERTO: Bueno, no acabo de verle el chiste, ¿sabes? Pero lo que te puedo decir es que en Cuba estamos entrenados para reírnos de lo que pasa. El humor ha sido uno de los mecanismos de supervivencia más eficaces que hemos tenido en el país durante todos estos años tan difíciles.

Si tú vas ahora mismo a Cuba y le preguntas a cualquiera en la calle, probablemente te dé una respuesta graciosa de qué es lo que está pasando. Quizás sea indiferente. No sé. Es una técnica muy seria a nivel personal que se trata más de sobrevivencia; no es que seamos tan graciosos, sino que estamos obligados un poco a reírnos de la situación que tenemos, porque es para suicidarse si la coges de verdad.

Un país que lleva sesenta años con un gobierno que no es capaz de garantizar un vaso de leche a un niño… imagínate tú. ¿Qué te puedo decir ahí? O te ríes o te mueres. Es nuestra lucha.

Por supuesto, mi obra se permea de todas esas estrategias de conservación, pero en mi caso son estrategias de trabajo. Para mí sacar una sonrisa en una obra de arte es muy importante. No siempre lo consigo; aun así me parece primordial tener ese punto de vista. Es una lección tremenda.

Maracas y morteros.

LATINNESS: Me encanta esa reflexión. Desde tu separación con Los Carpinteros en 2018, ¿cómo oscila tu práctica desde la intención colectiva a la individual? ¿Cómo influye eso en tu trabajo?

DAGOBERTO: Bueno, a ver, cuando Paul McCartney se separó de los Beatles no se puso a hacer rumba. Yo tampoco. Al desvincularme de Los Carpinteros, mi trabajo estuvo en inercia, al igual que todas las investigaciones que estaba llevando dentro del colectivo. Había una serie de inquietudes gigantes que tenía por mi lado y otras que eran de Marco. En estos cinco años lo que he hecho es continuar esas líneas de investigación y esa práctica.

Mi trabajo sigue siendo extremadamente colaborativo. Siempre trato de crear sinergia con otras disciplinas. Hice teatro, pero me he enfocado mucho más en audiovisuales. Realicé dos piezas de NFTs y he seguido desarrollando todas las inquietudes que en un momento se originaron en Los Carpinteros; las he expandido. Se han ido ampliando y de eso resulta mi trabajo de hoy.

A lo mejor lo miras y dices: “Algunas cosas están muy relacionadas”, pero hay otras completamente desconectadas; son investigaciones que han derivado en algo más. Y bueno, pienso que esa ha sido mi metodología, mi estrategia, el trabajo en mi praxis de todos los días.

Katrina, 2021, watercolor on paper.

From left: Zaatari, 2021; Corredor XIV, 2019, both watercolor on paper.

LATINNESS: Quisiéramos hablar ahora de tus acuarelas. Es una elección de medio bastante específica en relación con el tema de la arquitectura. ¿Cuál es tu interés en ella?

DAGOBERTO: Chica, ¡A mí me fascina la acuarela! Es una técnica que usaban antiguamente las amas de casa cuando estaban aburridas en la casa. Antes de la invención de la fotografía, este era el método más rápido y más fresco de registrar la realidad. 

En todos sus viajes de investigación, Darwin llevaba a un pintor y era por lo general un tipo que hacía unas acuarelas de muerte. Esta persona tenía un peso enorme en registrar y concebir cómo era el mundo, sobre todo en el siglo XIX. Después pasó a ser una especie de técnica que cayó un poco en desuso, aunque los expresionistas alemanes la utilizaron bastante.

A mí me interesó porque fue algo que me costó mucho trabajo asimilar. Uno no aprende a hacer acuarela en un día. Las primeras fueron bastante malas. Muy, muy malas. Y se vieron así hasta que le fui cogiendo el golpe. Y después de que aprendes es muy difícil que te pases a otra cosa.

Ahora estoy haciendo muchas obras en lienzo un poco como la acuarela, que es con bastante transparencia y sin empastar. A mí no me gusta la pasta del óleo.

Estos son detalles técnicos, pero he tratado de seguir proyectando lo que venía realizando en acuarela y traspasarlo al lienzo. Es lo que más practico, es lo que más sé hacer.

Dagoberto Rodriguez.

LATINNESS: Entonces es un tema estético y no una posición, porque digamos que el conceptualismo es de cierta manera lo opuesto a la técnica, que representa un material como la acuarela.

DAGOBERTO: Sí que lo es. El conceptualismo me aburre un poco. Me considero más bien un artista barroco. De hecho, vivo como en el siglo XIX. Lo que menos me gusta en realidad es el minimalismo. Me agradaba en mi época de estudiante y a veces, a la hora de pensar, tengo cierto pensamiento minimalista en muchos detalles, pero cuando voy a concebir una obra, mi trabajo es extremadamente barroco.

Refugio I, 2019.

Images by Conde Duque.

LATINNESS: Tienes una afinidad por la arquitectura. ¿Cómo comparas los roles del artista y el arquitecto en la sociedad, particularmente en América Latina?

DAGOBERTO: Siempre me interesó el espacio vital que uno necesita para vivir, no tanto la arquitectura. Ese lugar, los cuatro o cinco metros que más usa uno en su vida, me fascina. Me encanta estar en un avión y ver cómo disponen el asiento, la ‘lucecita’ y el baño. Cómo logran compactar todo, al igual que en los trenes y en los barcos. Me flipa cómo se ponen las cosas para que no se caigan.

En los últimos años, mi trabajo ha especulado mucho sobre la arquitectura futurista; por ejemplo, cómo ha sido vista la vida en el mañana dentro de una nave espacial. Me interesa esta disciplina, porque básicamente es nuestro único método de salvación.

Cuando llegó el asunto de la pandemia, lo que nos ayudó fue aislarnos del mundo por el que rondaba un virus. De ahí que me interese la arquitectura como método de sobrevivencia.

Este arte perdió su cualidad de narrativa cuando se inventó la imprenta. Todas aquellas cosas que se escribían en las portadas de las iglesias y que te contaban la historia de Jesús y el vía crucis, se perdió. La arquitectura antiguamente era el libro de la humanidad, pero eso ya no existe y me gustaría retomarlo. Quiero que sea lo que era antes: algo capaz de contar un cuento. Me interesa mucho su lenguaje narrativo, lo que puede decir.

El año pasado estuve en Egipto y están haciendo una ciudad nueva en El Cairo. Y cuando tú observas desde las alturas ese nuevo Cairo, te das cuenta de que han seguido una especie de patrón con un lenguaje que se puede percibir estando arriba, se puede leer. Es como si fuera un texto. ¡Es impresionante! A lo mejor es kitsch, a lo mejor como arquitectura no funciona bien, pero tienes que verlo desde esa perspectiva. Eso es interesante para mí.

Umbral I y Umbral II, 2022.

Image by Conde Duque.

LATINNESS: Tenemos curiosidad por saber si cuando empezaron, había alguna restricción para los artistas en Cuba.

DAGOBERTO: Iniciamos nuestra práctica a principios de los años noventa. Una década atrás, en Cuba, todos los que se graduaron de las escuelas, y en especial en la mitad de los ochenta y que se relacionaban con el ambiente cultural en la ciudad de La Habana, pensaron que algo iba a suceder por esos días.

Entonces, la Unión Soviética estaba haciendo un proceso de reestructuración que se basaba en la transparencia y la prensa tenía un carácter mucho más abierto… abierto a las críticas. La comunidad de artistas creyó que eso iba a suceder en Cuba. Por desgracia, no pasó y el gobierno cubano se enclaustró en una ortodoxia comunista impresionante.

La mayoría de los artistas de esa generación emigraron a los Estados Unidos, porque no encontraron espacio en su país. Fueron perseguidos y censurados en Cuba. Los llamamos: la generación de los ochenta.

Cuando empezamos, quisimos separarnos de lo que había sucedido con los artistas que tuvieron que salir. Aprendimos la lección: tienes que hablar a golpe de metáfora.

De ahí viene también el humor, porque fue muy importante para sobrevivir como artista en aquella época: utilizar el chiste y el doble sentido como una estrategia discursiva. Nosotros estábamos entrenados en eso. Ese es nuestro campo de batalla. En él empezamos a sacar las obras. Ese fue el ambiente cultural en el que surgieron Los Carpinteros.

No Estrellas, 2019-2020.

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Naúfrago 1 and Naúfrago 2 in Rodriguez’s studio.

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LATINNESS: ¿Y sigue siendo el ambiente actual para los artistas?

DAGOBERTO: Ahora está peor. Como el gobierno se aprendió el chiste de que el arte que veía en las galerías era más un arte en contra de él, metió una ley en la Constitución que decía que cualquier ofensa al Estado iba a ser penalizada. Se trata del artículo 343, si mal no recuerdo.

Este artículo ha sido devastador para la cultura cubana, porque ha acabado con el pensamiento crítico en Cuba. Una sociedad que no se examina a sí misma, independientemente de cualquier cosa, es una sociedad que no procrea, no progresa en ningún sentido. Una sociedad que no ejerce la crítica y no es capaz de aceptarla, se estanca. No va a ninguna parte. Y eso es lo que está pasando en Cuba. Lo han metido por decreto que no puedes criticar, entonces es muy difícil mejorar eso.

Muchos en el gobierno cubano reaccionan ante las críticas de los artistas o de la gente como si fuera algo dañino. Y no se dan cuenta de que la mayoría de las personas que están criticando al gobierno lo hacen porque aman este país y quieren mejorarlo, pero ellos no lo entienden. Lo ven como si fuera una cosa hostil. A mí me parece de una brutalidad y de una ignorancia tremendas.

En mi época podíamos todavía permitirnos un cierto nivel de crítica sin ir presos. Y eso desafortunadamente ya no está pasando ahora.

 


LATINNESS: ¿Tú sigues residiendo entre las dos ciudades o estás radicado en Madrid?

DAGOBERTO: Vivo más en Madrid. Ya voy menos a La Habana. Me sigue interesando la ciudad, porque es un lugar tremendamente inspirador. Tengo mi casa allá, un perro, pero cada vez son menos frecuentes las idas.

Después de estar trece años en Madrid, no tengo esa presión. No sufro de esas nostalgias que ocurren al principio. Eso ha ido quedando atrás.

Aquí nació mi hijo y eso es algo que hace que uno se replantee mucho la vida y que organice las cosas de otra manera.

Gray and Amber Lego Tunnel, 2019.

LATINNESS: ¿Cuál es tu obra favorita? ¿Qué representa para ti?

DAGOBERTO: Mi obra favorita casi por lo general es la última. Trabajo mucho, creo en el entusiasmo y lo que más me apasiona suele ser lo más reciente.

Me siento tremendamente emocionado con las cuatro cosas que estoy desarrollando ahora, me gustan y pienso con frecuencia en ellas. Les doy la vuelta y esa es mi labor favorita.

A palo Limpio, video, 2021.

LATINNESS: ¿Crees que el arte puede cambiar el mundo?

DAGOBERTO: Mira, pensaba que no. Siempre consideré que el arte mostraba y no cambiaba, pero en el caso de Cuba, hay generación de artistas, que surgió sobre todo en estos años que he estado fuera, que han logrado plantar una semilla. La semilla de un árbol que se llama democracia que no sé cuándo va a salir. A lo mejor se demora muchísimos años, pero se sembró y eso es admirable.

Creí que el arte no era capaz de hacer nada de esto y me equivoqué. Está sucediendo en Cuba. Y lo han hecho los ‘chamacos’ jóvenes, exponiéndose a la policía y con una valentía tremenda, de verdad.

LATINNESS: Artistas como ustedes sembraron la semilla de usar el arte como resistencia.

DAGOBERTO: Total, nosotros arreglamos la tierra, la fertilizamos, pero ellos la plantaron.


Imágenes cortesía de Dagoberto Rodríguez; agradecimientos a Galeria La Cometa