CAFECITO CON
XIMENA CAMINOS: “EL ARTE HA SIDO EL GRAN ALIADO DE TODAS LAS REVOLUCIONES“
Nombre: Ximena Caminos
Profesión: Curadora de arte, Cultural Placemaker
Nacionalidad: Argentina
Signo zodiacal: Géminis
Instagram: @xcaminos
LATINNESS: Ximena, para los que no te conocen y no trabajan en esta industria, cuéntanos un poco qué significa ser cultural placemaker?
XIMENA: Hay dos palabras que me encantan: acupuntura urbana. Esto significa que tu herramienta de trabajo para lograr este placemaking creativo, es la cultura.
Todo proyecto que hago tiene en su corazón, la cultura– y las artes, por supuesto– pero la cultura vista más ampliamente; es decir, en todos sus aspectos.
Entonces, es usar herramientas culturales para crear espacios o experiencias, disparar la imaginación de la gente e inspirarla, y elevar la calidad de vida. Pienso que el arte y la cultura son, en general, las herramientas más poderosas para poder hacer ese tipo de cosas. Y, además, siento que el mundo necesita un poco de eso, ¿no?
Estamos en un mundo tan transaccional que a veces la cultura parece algo que, en muchos aspectos, te puede despojar de todo. Sin embargo, tu cultura siempre va a estar en vos y va a vivir en vos. Considero que es algo en lo que uno tiene que invertir. Y te da un sentido de orgullo y de comunidad; conecta a la gente.
En conclusión, lo que significa es que cualquier proyecto que haga, sea for profit or not for profit, siempre va a estar infundido con un propósito y una dirección cultural. Si no, no me interesa ejecutarlo.
LATINNESS: Trabajaste en el mundo del arte en Argentina antes de lanzarte en Miami, donde, como Directora artística de Faena, lideraste un proyecto que cambió la escena cultural del país. ¿Viste un antes y un después?
XIMENA: Sí, totalmente. Empecé a trabajar en arte desde los 15 años, muchísimo antes de Faena. En Faena llegué con 30 cumplidos, pero de adolescente pintaba, dibujaba e intervenía mi cuarto. La mejor amiga de mi madre, Laura Buccelatto, era directora del Museo de Arte Moderno y le dijo a mi mamá: “hay que hacer algo con esta chica”. Me mandaron a estudiar con uno de los grandes maestros latinoamericanos de entonces: Luis Felipe Noé.
También me formé con Chucho, que todavía está vivo; debe tener casi 100 años. Es uno de los cuatro grandes maestros. Estuve con él unos tres años y después aprendí de otros, todos muy buenos.
Paralelamente, trabajaba en el ámbito cultural. Empecé laboralmente en el Centro Cultural Recoleta, que fue el primero en abrir puertas después de la dictadura militar. Por esos días había 21 salas de exposiciones y no teníamos plata ni para comprar jabón de baño. Lo único que nos daba el gobierno de la ciudad era el espacio y los salarios de la gente que trabajaba allí, que tenían como 80 años. Yo era la única joven.
Llevé la primera computadora y siempre fui una agitadora cultural desde muy chica, porque crecí en ese mundo del arte. Sabía, y siempre supe muy bien, qué es lo que necesitan los artistas para florecer, así que cuando conocí a Alan, muchísimo tiempo después, ya venía trabajando.
Era curadora del Malba, el Museo de Arte Latinoamericano. Ya había hecho varias bienales, jurado muestras de Alex Katz y Jenny Howser, dirigido la Secretaría de Cultura de la ciudad y el área de Asuntos Culturales en la Cancillería. Además, había jurado una Bienal de Venecia, o sea, el pabellón argentino. Cuando llevamos a Leandro Erlich desde Cancillería, conocí a Alan.
Por esos días, Alan tenía un proyecto (todavía no había abierto el hotel). Era el año 2004. El arte también era un tema muy importante para él. Fue entonces que creé el premio Faena de las Artes, porque todavía no contábamos con un centro cultural.
Usamos mucho el hotel como plataforma y abrimos el Faena Art Center con una programación que fuera radical. De hecho, fue un game changer, porque en Argentina no había un espacio así. Todos los entornos diseñados para mostrar arte de vanguardia eran muy chiquitos o medio under. Acá les dimos a los artistas un escenario y un presupuesto y los pusimos en el spotlight. Y sí, pienso que fue un game changer para las artes en Argentina. Es más, fue y se reconoce como uno de los principales espacios de arte contemporáneo en América Latina.
LATINNESS: ¿Y cómo diste el salto a Miami?
XIMENA: Todo ese fogueo y tantos años —creo que en Buenos Aires debí haber estado como unos diez—, me sirvieron para poder venir y plantar bandera en la cultura y en las artes en Miami, y después, en Estados Unidos y en el mundo.
Ya había trabajado internacionalmente, pero no había hecho o liderado una 501c3, o sea, una institución. Asumí proyectos aislados en distintos lugares; sin embargo, otra cosa es abrir todo un programa. En esto me asesoró mucho uno de mis mejores amigos, Carlos Basualdo, curador del Philadelphia Museum of Modern Art. Él y yo crecimos juntos; fue mi asesor en muchos asuntos relacionados con la cultura en Estados Unidos, porque trabajaba en ese museo desde hace tiempo, así que me guio.
De hecho, cuando hicimos Faena Art en Miami, se convirtió en mi mano derecha, en el chair de lo que yo llamaba el “advisory circle”. Fue muy estratégico para mí trabajar con él. Aprendí muchísimo y, bueno, ahora ya no soy más la chair de Faena Art y en un momento decidí también hacer lo mío. Y transformé todos mis intereses.
El arte sigue siendo para mí una prioridad, pero decidí usarlo como herramienta de cambio. Esto significa, utilizar el poder que tiene to tap into the public sentiment y de hablarle a la gente desde un lugar emocional, y empezar a trabajar en la intersección entre arte, ciencia y sustentabilidad.
Fue entonces que fundé el Reefline, un arrecife artificial de 11 kilómetros paralelo a la costa, diseñado para artistas. La ciudad nos acaba de dar un bono de cinco millones de dólares para hacerlo. Luego, la gente tenía que votar y lo hizo de manera unánime y lo identificó como un anchor institution. Eso me dio mucha felicidad y mucho orgullo.
LATINNESS: Entonces, ¿crean arrecifes artificiales inspirados en el arte?
XIMENA: El arrecife artificial no tiene que ser necesariamente una escultura o una obra de arte. Lo que hice fue juntar arte, ciencia y tecnología.
Ese arrecife —que es necesario, pero a nadie se le había ocurrido— lo propuse como un underwater sculpture park para que sea una herramienta de ecoturismo y educativa, así como una plataforma de experimentación y colaboración, porque en proyectos así tenés artistas trabajando con científicos, ingenieros marinos, storytellers… ¡Es divino! Además, está muy cerca de la playa.
LATINNESS: Más allá de trabajar en el arte, siempre te ha preocupado el cambio social. ¿Qué sientes que haya influido en este punto de vista tan particular que tienes en el mundo del arte?
XIMENA: Muy buena pregunta. Me interesa mucho el impacto positivo y todo lo que hago es impact-driven.
Siempre sentí la urgencia de comunicar ciertos mensajes o la necesidad de ser puente de ciertas cosas. Si me preguntas cuál es uno de mis regalos o de mis atributos, creo que en gran parte es conectar para que ambos lados se potencien como un catalizador y el out of the box thinking. También sumar valor a través de la cultura.
Y pienso que sí: desde que soy chica hay varias cosas que me importan mucho y una es crear comunidades y juntar like-minded people para que se potencien, se ayuden y llevar ideas que tengan un impacto positivo para que se ejecuten. Porque una buena idea no es nada sin la capacidad de poder hacerla.
Eso siempre fue un interés muy importante para mí. Todo lo que sea trabajar para un more equitable future for everyone. Y, después, la naturaleza; en especial, los océanos.
La naturaleza ha sido mi gran maestra desde chica, porque crecí en un jardín enorme e iba al campo todo el tiempo. Argentina, en ese sentido, te conecta con la Tierra y la Tierra te da mucho.
Siento que hoy día la cultura es más de tomar que de dar con relación a los recursos naturales. Y me parece que cuando estás en posiciones privilegiadas, donde tenés al alcance plataformas, donde podés compartir mensajes que son relevantes, tenés la responsabilidad de usarlas y de transmitirlos. Yo siento esa responsabilidad.
Tengo un lugar en el que puedo comunicar ciertas cosas y me sentiría banal, si no lo hiciera o fuera egoísta. Parte de mi propósito es ser ese canal, es ser ese comunicador y utilizar el arte como un carrier de ese mensaje. Y ese mensaje es: “¿Viste que todos jugamos un rol acá? Todos desempeñamos una parte activa en este plan y todos debemos hacernos responsables”.
LATINNESS: Entonces, ¿piensas que el arte puede cambiar el mundo?
XIMENA: Tengo mucha fe en el poder del arte y pienso que puede cambiar el mundo. El arte ha sido el gran aliado de todas las revoluciones.
LATINNESS: Mencionas mucho la importancia de crear comunidad. ¿Qué tan relevante es la colaboración en el mundo del arte? Y en lo personal, ¿qué rol ha jugado en tu carrera?
XIMENA: Soy supercolaborativa. Me encanta la gente inteligente y talentosa, también la colaborativa. Donde me siento más cómoda, por lo general, es trabajando en equipo. Adoro los equipos chicos, horizontales.
Creo que la fricción de las mentes es lo que genera realmente cambios exponenciales. Que uno más uno es mil cuando dos cabezas son brillantes y no hay un ego en el medio, que básicamente hackea todo. El ego es un gran hacker.
La colaboración en el mundo del arte, y en todo, es una de esas cosas que genera exponential growth. Un asunto es trabajar solo y otro hacerlo en equipo. Y no digo que uno solo no pueda llegar a soluciones increíbles, pero es que, simplemente, me gustan los equipos interdisciplinarios. Me encanta trabajar con filósofos y científicos, siempre desde un pensamiento, desde un stream of consciousness, de una manera abierta.
La colaboración es fundamental en el mundo del arte, entre artistas, pero también en todos los planos de la vida, y creo que, como especie, nosotros, los sapiens, tenemos ese regalo de colaborar. Somos una raza muy colaborativa y podemos, gracias al storytelling, hacerlo a escalas enormes. Y ese es el cuento que hay que contar.
Cuando era chica siempre pensaba en la telequinesis, en leer la mente de la gente o en hablarte con la mente sin tener que decir nada. Hoy, el inconsciente colectivo está a flor de piel y pasó a la superficie, porque las redes sociales nos han conectado. Es el momento en el que más conectados estamos en la historia. Y lo pudimos ver con la pandemia: de repente todo el mundo se puso en la misma página, todos se quedaron en casa, todos se pusieron la máscara.
Cuando la gente quiere, puede. En Argentina, una vez apareció el corralito, los bancos se quedaron con la plata de las personas y salió todo el mundo a la calle. Where there is a will there’s a way, right?
Ahora, las preguntas que siempre me hago son: why don’t we all get on the same page, to fight for Mother Earth? ¿Qué nos pasa? ¿Dónde está el glitch? ¿Por qué somos tan egoístas y tan inconscientes como especie? ¿En qué momento nos separamos de la narrativa natural y nos cortamos? ¿Por qué estamos tan desapegados de lo que realmente está pasando? ¿Por qué tiene que venir y pegarte un huracán en la cara para que te des cuenta o por qué se tiene que prender fuego? ¿Por qué llegamos a ese extremo? ¿Por qué no podemos ser más sabios?
LATINNESS: Cuéntanos sobre Honey Lab Creative. ¿De qué se trata y cómo nació?
XIMENA: Bueno, nació un poco de ahí, como la colmena. Las abejas son, de alguna manera, las grandes trabajadoras colectivas. Y me gustaba la idea de Honey Lab como un laboratorio en el que todos estamos haciendo miel; la miel es la cultura… Culture is the honey of society in a way, el icing on the cake. Me encanta como metáfora.
Tenía que crear una compañía creativa. Soy un hummingbird, ¿Viste que voy acá y voy allá y ando por todos lados? Soy un alma muy ubicua, muy geminiana, multitasker, I don’t have a job, I have like five.
Honey Lab es eso: una colaboración horizontal donde todos trabajamos para crear este tesoro, esta miel que es nuestra cultura. También incluye lo interdisciplinario, que me parece fundamental. Interdisciplinary thinking and interdisciplinary approach to creative thinking.
Lo que me encanta del Reefline, es que es un proyecto de Blue Lab. Honey Lab es un for profit, es más mi agencia creativa. Ahí hago de todo: marcas, diseñé el spa japonés del Claridge’s en Londres…
Tengo una parte for profit y otra non-profit. El for profit lo hago porque that ‘s my job and I love it. Soy directora creativa y me dedico al cultural placemaking. Mi parte non-profit es Blue Lab, una fundación enorme. Con ella hice el cultural masterplan del Underline, todo el Reefline y otro montón de cosas. Mi corazón está ahí, pero ambas se complementan de manera perfecta: Honey Lab y Blue Lab. Son laboratorios. Me gusta la idea de laboratorios, un lugar para experimentar.
LATINNESS: Cuando mencionas cultural masterplan de Underline. Entonces, ¿tú planeaste la agenda cultural?
XIMENA: Si, el masterplan cultural– dónde va el arte, qué artista, cuándo, qué tipo de programa, en qué barrio. El Underline es un ten mile linear park que empieza en Brickell, ahí en el río, y son diez millas; es espectacular y se hizo con Columbia University. Es el proyecto de arte público más grande del continente.
LATINNESS: ¿Por qué crees que el arte público es tan importante para la sociedad?
XIMENA: Porque genera un sentido de lugar, un sentido de identidad. Es eso del anchor, ¿viste? El arte público es una herramienta increíble para conectar.
Cuando hicimos el Underline, me encantaba porque el lugar es todo arte público. El arte cura; para mí, el arte es salud… sana muchas cosas. Son emociones en las personas. Sana las cicatrices urbanas.
Veía el Underline, que está debajo del Metrorail de Miami, una tierra abandonada y horrible, como una cicatriz urbana. El arte transforma esa cicatriz de alguna manera y lo hace en un parque, un lugar donde la comunidad viene a encontrarse, un espacio participativo, para celebrar.
Así que el arte sana, el arte convoca, el arte une. Sobre todo, el arte público. No es lo mismo una obra que está encerrada dentro de un museo, por más divina que sea, que ponerla en un parque. Como el Refik Anadol que hice acá en la playa; no sé si lo vieron en Art Basel… esa pantalla gigante. Eso es lo que yo llamo “acupuntura urbana”: poder usar el arte como esa aguja que tiene un virus cultural.
LATINNESS: Mencionaste que te encanta trabajar con artistas brillantes. ¿Qué es lo que más te llama la atención de un artista?
XIMENA: Lo primero que me genera admiración es que haya decidido ser artista, porque pienso que para serlo hay que ser muy valiente; es una pasión y un camino difícil.
Me encanta respaldar a esa gente que creo que tiene visión y mucha valentía; apoyarlos en poder concretar obras que son radicales, groundbreaking work. Como también soy artista, y trabajé toda la vida en ese ámbito, tengo muchas herramientas. Sé hacer, no solo pensar, y a veces los artistas necesitan esa contrapartida, como para empujarlos a terminar de guiar y a cuajar conceptos que se traduzcan a la realidad. I have a gift for that, disfruto mucho ese proceso.
LATINNESS: Como creativa, ¿qué legado te gustaría dejar a tus hijos y a las futuras generaciones?
XIMENA: Mis hijos son superartistas. Lucio, de 22, estudia diseño en SCAD y es un ilustrador maravilloso, y Emma, arquitectura en Parson’s, y es una artista increíble. El más chico está por definirse, pero también lo veo perfilándose para lo humanista y lo artístico.
Creo que lo que me gustaría dejarle a las futuras generaciones es lo mismo que le dejo a mis hijos: que uno tiene que elegir sus batallas e invertir en sus sueños y proyectos con discernimiento y pasión; es la única manera. Primero, uno tiene que apostarse a sí mismo y luego a los demás. Nunca vas a poder construir nada bueno si eso no sale de un buen lugar. Trabajar, ser fiel a ti y no tener miedo a veces es difícil. Es importante que sigan su pasión.
Mis hijos tienen la suerte de contar conmigo, que los apoyo en eso. Y esto, además de viajar, ver el mundo y ser empático con la gente, es una de las cosas más importantes para ser feliz. No creo en la felicidad de uno. Pienso que uno no puede ser feliz solo. Uno es feliz con otros. La felicidad está en el compartir y en el hacer juntos. La verdadera felicidad está en esa empatía. Lo otro es ego a dúo con narcisismo.
Ese es el legado: ser colaborativo, solidario, compasivo, empático, creativo y valiente.
Imágenes cortesía de Ximena Caminos.