CAFECITO CON

FERNANDO LAPOSSE: “LLEGAR A TRABAJAR CON MATERIALES NATURALES TUVO QUE VER MÁS CON QUIÉN SOY Y DE DÓNDE VENGO”

Nombre: Fernando Laposse
Profesión: Diseñador
Lugar de nacimiento: Ciudad de México, México
Signo zodiacal: Virgo
Instagram: @fernandolaposse

LATINNESS: ¿Qué te llevó al mundo del diseño?

FERNANDO: En mi casa siempre ha existido el rollo artístico. Mi mamá es pintora y mi papá, panadero, así que desde que recuerdo hubo una conexión entre arte y comida; una preocupación, tanto por las cosas estéticas como por los sabores e ingredientes, y también un poco por la agricultura.

Crecí en México, pero nací en Francia. Mis papás son mexicanos. Regresé a mi país natal como a los 15 años y cuando llegó el momento de decidir dónde y qué estudiar, estaba entre arte o diseño. 

Acabé yéndome por el segundo y por eso me mudé a Londres. Fue una buena opción, porque el diseño es como una introspección; hay una gran conexión con la personalidad del artista. Además, siento que tengo un lazo un poco más fuerte con la sociedad en general, es decir, existe una relación hacia fuera y no tanto hacia dentro; se trata de ser muy analítico. Mi personalidad cuadraba mejor con el diseño, porque este busca encontrar cierta solución a un problema. El arte no lo tiene. Por eso acabé siendo diseñador.

LATINNESS: ¿Siempre quisiste trabajar con materiales naturales?

FERNANDO: Mi mamá, aparte de ser pintora, daba clases de arte y yo era su conejillo de indias. Desde muy joven hice ejercicios de observación de elementos naturales y me inculcaron la sensibilidad hacia lo natural. Cuando estaba estudiando en Central St. Martins, en Inglaterra, el diseño de producto tenía un contexto más industrial, pensado para la realidad de los países con una producción industrial. 

Llegar a trabajar con materiales naturales tuvo que ver más con quién soy y de dónde vengo, porque en México no contamos con una gran industria, pero sí con una gran producción artesanal, basada en materiales naturales. Mi regreso a ellos se dio más por el hecho de que no me cuadraba diseñar solo para lugares que tuvieran colecciones industriales y gracias a una reconexión con mis orígenes.

Crédito: Fernando Laposse y Pepe Molina

LATINNESS: Tus obras se convierten en proyectos de investigación y en una forma de comunicar los materiales que están en peligro de extinción. ¿Cómo los eliges y a las comunidades con las que trabajas?

FERNANDO: La investigación es fundamental para mí a la hora de hablar de sustentabilidad y de materiales naturales. Creo que hay que situarlos en un contexto social. Muchos de los problemas de sustentabilidad tienen que ver con el hecho de que no se toma en consideración el factor humano, ni la relación con una comunidad. Por eso, al momento de decidir los materiales, me acerco a ellos más allá de lo lógico y lo mecánico. 

En mi caso es más importante arraigarlos a un contexto geográfico y social. No obstante, ligarlos a comunidades no es por coincidencia; la historia de una comunidad va de la mano con un material. De ahí que al investigar, haga vínculos históricos para entender cómo se forma esa conexión pues ciertos aspectos culturales o ciertas tradiciones están intrínsecamente ligadas a un material. 

Cuando descubres la historia de un material, empiezas a comprender también las historias socioeconómicas y de comercio, las dinámicas de poder, etcétera. Es muy interesante abordarlo de esta manera.

LATINNESS: ¿Crees que materiales como el sisal o el maíz pueden volver a tomar fuerza y reemplazar otros no sostenibles como el plástico?

FERNANDO: Sí. En cuestiones de desempeño, sí, porque, por ejemplo, en el caso del sisal ya se usaba para todo aquello que luego suplantó el plástico: cuerdas, redes de pesca, material para hacer hamacas, ciertos textiles como alfombras de uso rudo, etcétera. Todo eso ya existía. Simplemente se reemplazó por el plástico. 

Creo que el principal reto ahora es una cuestión de costo. El plástico sigue siendo más barato, pero tenemos que ver también por qué lo es. ¿Cuáles son las razones detrás de esto? Si lo ves con objetividad, los productos plásticos son increíblemente baratos, porque hay toda una industria establecida para su producción. Pero más allá de eso, porque su materia prima es el petróleo y el petróleo es la industria más subsidiada en el mundo. Esto significa que nunca pagamos el precio real de lo que estamos consumiendo a través del plástico, porque el petróleo recibe subsidios del gobierno. 

Entonces es muy difícil que estos nuevos sustitutos del plástico entren al mercado sin ningún tipo de subsidio importante por parte del gobierno, al menos en el caso del sisal. Si su uso lo dicta el libre mercado, nunca va a poder competir con el plástico. Para que haya un verdadero cambio, tiene que haber subsidios. 

Es en este tipo de cosas es que el papel del diseño puede ser muy muy importante, muy interesante, porque a través de la ilustración de estas investigaciones, es factible comunicar este tipo de ideas para que pueda llegar a decirse: “Bueno, okay, no es tan difícil”. Ahora, simplemente, el sistema es el que determina que se siga consumiendo plástico.

Crédito: Pepe Molina

LATINNESS: En la investigación que has hecho, ¿cuáles consideras que serán los materiales sustentables del futuro para el diseño?

FERNANDO: Las fibras de origen vegetal son de los materiales más sustentables que existen, por razones obvias: crecen rápido y son renovables. Sin embargo, es muy importante no repetir los errores del pasado. Por ejemplo, con el sisal, pese a que es una opción superviable al plástico, también puede tener consecuencias dañinas para el medio ambiente, en especial si se generan monocultivos, si se erradican grandes extensiones de tierra o de jungla para plantar únicamente el agave que produce el sisal. Eso pasó en el sur de México y sigue ocurriendo en lugares como Kenia. 

La clave para estos sustitutos o materiales del futuro no es tanto cuáles van a ser, es decir, no solo está en la elección del material, también en preferir la diversidad. Combinar varias plantas y asegurarse de que la implementación de estos cultivos se haga con una visión de permacultura, no de monocultivo.

LATINNESS: La última vez que hablamos estabas por inaugurar Pink Beasts en Miami Design District. ¿Cuál fue la respuesta a este proyecto?

FERNANDO: Fue un superproyecto muy bien recibido. Los organizadores quedaron felices por el impacto que tuvo en los visitantes. Por supuesto, había de todo: gente que simplemente quería su selfie y hasta ahí llegaba la interacción con la pieza; y es válido. Pero también hubo un buen porcentaje de personas que se tomaron el tiempo para leer la explicación y después vieron el video, un mini documental de cómo se hizo la pieza, de la historia detrás, y eso fue muy gratificante para mí. 

Una buena parte del éxito de este proyecto fue la relación que se entabló con las comunidades. Eso fue de gran valor para mí y un magnífico barómetro para medir su incidencia real, porque al final de cuentas, se rompieron las barreras sociales. 

Todo salió bien y pude demostrar que es factible hacer algo de primer nivel, empleando a una comunidad indígena. Estas poblaciones no tienen por qué ser aisladas y olvidadas; pueden integrarse a la economía global.

LATINNESS: Instalaciones como Pink Beasts son muy exitosas en el tema de las redes sociales, la selfie de la que hablabas. ¿Cómo manejas la dicotomía de compartir un mensaje profundo en tiempos superficiales de Instagram?

FERNANDO: Pues tienes que jugar el juego, ¿no? Lo podemos criticar mucho, pero es una dinámica que está para quedarse, por lo menos por los próximos años. De todo Art Basel, la obra más hablada fue la de la banana pegada con el scotch tape ¿no? Hoy día, esa es la naturaleza de las cosas. 

Lo que es interesante es que la selfie y el color atraen a las personas a las piezas y es ahí donde está el verdadero trabajo: ¿cómo lograr cautivarlas para que escuchen el mensaje? La forma de hacerlo con Pink Beasts fue mostrar todo de una manera muy transparente y didáctica, muy lúdica. A veces creo que esa también es la ventaja del diseño sobre el arte. El arte tiende a enviar mensajes un poco más complicados que a veces hacen sentir a la persona promedio, la que tal vez no ha tenido las oportunidades para visitar museos desde temprana edad o no cuenta con cierto nivel de exposición al arte, un poco alienada.  

Entonces, creo que el diseño tiene estabilidad en términos muy sencillos: comunicar una historia fácil de digerir que solo requiere invertir un par de minutos para entenderla. 

Es interesante la mezcla que está surgiendo entre el diseño y el arte, ya que ahora el primero puede entrar en contextos como ferias del primer mundo, pero con la diferencia de que presenta temas de manera más simple y, por lo menos, propone ciertas soluciones a problemas.

LATINNESS: Se habla mucho del poder transformador del diseño y su impacto real ahora y en el futuro. ¿Puedes dar algún ejemplo de esto dentro de tu trabajo?

FERNANDO: Sí. Por ejemplo, mi proyecto más exitoso en el plano social ha sido con el totomoxtle, la hoja del maíz, en Tonahuixtla, porque llevamos cinco años haciéndolo y gracias a él he podido medir estos impactos sociales. Después de ese tiempo, hemos logrado reintroducir varias variedades de maíz que estaban casi desaparecidas. 

El dinero generado por el proyecto hizo que se pudiera restaurar uno de los edificios comunitarios del pueblo. En la actualidad, además de ser un taller que crea oportunidades de empleo, también es un espacio comunal para que la gente pueda comunicar ciertas cosas, organizar asuntos como técnicas de agricultura y tomar decisiones sobre cómo manejar sus tierras. Es allí donde estamos motivando a la gente a que regrese a las técnicas tradicionales. 

Todo esto empezó con cuatro o cinco personas; ahora somos casi cincuenta en el pueblo. El proyecto está generando un mayor ingreso para más o menos unas diez o quince familias. Es algo que se puede medir y comprobar, y con ello logramos ser muy transparentes acerca de cómo se están aplicando estos programas. 

Obviamente, muchas veces pasa que cuando voy a ferias de diseño, la primera pregunta que me lanzan es: “¿cómo podemos hacer esto más grande? ¿Cómo podemos lograrlo a una escala casi industrial?”. Para mí no solo es muy importante la sustentabilidad en términos de material, también la sustentabilidad de un proyecto. ¿Cómo puede ir creciendo a una escala que haga sentido? Es decir, que no se haga de repente a una escala industrial, si eso va a afectar la filosofía de pequeña escala, y aun así tener un gran beneficio social para todas las personas involucradas. Ese es el reto. 

Una buena forma de describir la filosofía de este proyecto es que nuestra prioridad no es necesariamente el cliente final, sino los empleados, o sea, nuestro principal enfoque es su bienestar y el del medio ambiente en donde se aplique. Es una forma radicalmente diferente de cómo se hace, por lo general, un negocio convencional.

Tonahuixtla, Mexico.

LATINNESS: En este momento trabajas mucho en México, porque hay una vasta historia de materiales y de comunidades indígenas. ¿Hay algún otro país que te llame la atención para futuros proyectos?

FERNANDO: Sí, ahora estoy en México. La pandemia, a pesar de que ha sido terrible, me ha dado un respiro y un tiempo que no había tenido después del tremendo ritmo de Londres. Los últimos seis meses he pasado el ochenta por ciento del tiempo en el pueblo, trabajando con la comunidad, y hemos hecho mucho. 

México tiene esta increíble riqueza de poblaciones indígenas, pero, por supuesto, también se ve en todo Latinoamérica. Me encantaría poder hacer algo en otro país, aunque creo que es un poco difícil, porque para ejecutar un proyecto que tarda tanto tiempo, necesitas una conexión personal muy fuerte. Entonces, para mí, naturalmente, es más fácil hacerlo en México. Pero ¿por qué no? Me encantaría explorar otras opciones. 

¿Por qué no Colombia? Creo que si hablamos de sustentabilidad y de los grandes retos que implica aplicarla para el futuro, los lugares en los que esto se va a decidir son, sin duda, América Latina y África. Son las últimas fronteras de selvas vírgenes y de reservas medioambientales, de ecosistemas intactos. Todavía no están en grave peligro, pero porque no han sido explotadas al nivel que se ha hecho en Estados Unidos, por ejemplo. 

También es en donde están las comunidades más vulnerables y en donde, por cuestiones de pobreza y de injusticia, hay un mayor riesgo de deforestación o de descuido de estos recursos naturales. Es algo que la gente tiende a olvidar: nadie quiere ir a talar el bosque detrás de su casa, pero si eso garantiza la educación de tus hijos o poder darles atención médica, lo harás. 

América Latina y África es en donde está más en juego y es en este tipo de lugares en los que me interesa aplicar estos proyectos. Lo que pasa es que quiero que en ellos se hagan esos vínculos entre material y comunidad, así como crear conciencia en el público, especialmente en Europa o en Estados Unidos, porque, al final de cuentas, hay una conexión en todo. 

La extracción de dichos recursos se hace con destino a industrias en esos dos puntos del planeta. Es muy importante evidenciar a los líderes y, por eso, a pesar de trabajar con comunidades indígenas, siempre busco darle al proyecto un contexto global. Decir: “Okay. Esta es la situación que está pasando en nuestra comunidad indígena, pero muchos de estos problemas tienen que ver con cosas gigantescas que son globales”.

Pink Beasts en el Miami Design District. Crédito: Luis Gomez

LATINNESS: Has hecho mucha investigación y trabajo con las comunidades. ¿Qué opinas sobre compartir esta información para que empresas puedan usar estos materiales sostenibles?

FERNANDO: Estaba abierto a esa idea, pero soy muy cuidadoso con esos temas, sobre todo de con quién expongo estas comunidades. Es una relación muy frágil y creo que es muy importante hacerlo de manera correcta. 

Es fundamental que seamos conscientes de que estos temas se están volviendo un poco trendy, ¿no? Y obviamente la evolución lógica es que las marcas empiecen a meterse en ello. Hay algunas que lo manejan muy bien, pero también hay otras que lo manejan muy mal. De ahí que sea vital saber cómo se hace y con quién, y que se ejecute de manera muy responsable. 

Por ejemplo, Pink Beasts se hizo en realidad con el Miami Design District, que es un centro comercial. Sí, hay un propósito comercial detrás de su colaboración, pero, en este caso, acabaron financiando y facilitando que viniera Jacobo Mendoza, quien es el maestro de teñido del que aprendí todas mis técnicas. Lo llevaron a este espacio para que hablara y diera una demostración, en su lengua original, dentro de Art Basel. 

Ese tipo de colaboraciones son las cosas que estoy buscando. Es imprescindible que las comunidades no se conviertan en protagonistas tras bambalinas, medio escondidos. Hay que darles visibilidad, hacerlos parte del reconocimiento y que además tengan un aprovechamiento económico de estas cosas.

LATINNESS: En el mundo pre-Covid, vivías entre México y Londres. ¿Qué te han aportado en términos de obra e inspiración estos países?

FERNANDO: México tiene todo: cultura popular, artesanía, manejo de materiales naturales y el tema indígena que está muy muy presente en mi obra y en mi discurso. Pero Londres me ha dado una visión global y el poder tener un lenguaje visual que sea globalmente atractivo. Y esa exposición que te ofrece Londres, es impresionante. Además, no creo que el éxito de mis proyectos hubiera logrado tal impacto haciéndolos por mi cuenta en México. 

El privilegio de vivir en Europa también me dio una visión fresca de lo que es este país, un nuevo ángulo para apreciar cosas que quizás alguien que ha estado en México de manera permanente no encontraría tan interesantes. Tomar distancia te da una perspectiva más amplia. 

El hecho de vivir en un contexto en el que la división de clases sociales no es tan marcada o experimentar una sociedad mucho más equitativa, te brinda un panorama más amplio. Cuando regresé a México sentí la gran responsabilidad de tratar de disminuir esa brecha de desigualdad entre las clases sociales. 

Creo que hoy día, en Europa y Escandinavia hay una mayor igualdad y eso es algo que te da cierta visión cuando vuelves a tu país natal.

LATINNESS: ¿En qué estás trabajando ahora?

FERNANDO: Hemos hecho muchos avances en Tonahuixtla, en la zona de maíz. Montamos un nuevo taller, entonces estamos tratando de fusionar los proyectos de totomoxtle y el trabajo con sisal, porque uno de los grandes problemas que ha enfrentado este pueblo es que ha sufrido por los impactos de la erosión. 

Debido al cambio de la agricultura tradicional a la agricultura química, muchos de los herbicidas, los weed killers, han eliminado buena parte de las plantas que antes sostenían la tierra y eso ha lavado las colinas alrededor del pueblo. Esta es una de las principales razones por las cuales los pobladores han perdido la habilidad para seguir siendo agricultores. 

Lo interesante es que la comunidad inició un programa para reforestar las montañas. Cuando pensamos en ello, normalmente asumimos que se siembran árboles, pero la comunidad está haciendo algo maravilloso: reforestar con cactus, que son plantas que se adaptan muy bien a la región. Muchas de ellas son agaves y ya están en el punto de cosecha. Entonces, estoy pensando en cómo podemos crear un sistema de rotación para los agaves; que no solo detengan la erosión, también sacarles provecho económico. 

La idea es vender a las mezcalerías el centro de los agaves para que produzcan mezcal y trabajar las hojas en el taller de totomoxtle para que puedan formar parte de los muebles que estoy haciendo con sisal. He invertido en nuevas herramientas de carpintería para ello. 

Debo decir que las personas que trabajan en este proyecto no son artesanos. Se han convertido poco a poco en artesanos gracias a él. Ahora saben hacer totomoxtle. Por estos días les estoy enseñando técnicas básicas de carpintería para poder fabricar bancas de sisal o, por ejemplo, un monstruo que nos encargó un cliente de Nueva York en el mismo material. En eso estamos trabajando. 

Hemos hecho también nuevos diseños de totomoxtle. Además, nos capacitamos para poder empezar a producir cosas de sisal. Todo esto lo pensamos a futuro; queremos darle vida a un ecosistema en el que las plantas sirvan para afrontar estos retos medioambientales que se tienen localmente, pero que aparte generen un beneficio económico para la comunidad.

LATINNESS: En tus palabras, ¿cuál es el rol de un diseñador hoy día?

FERNANDO: Depende. Creo que como en todo, hay una gran diversidad. Existen diseñadores que se quedan en mandar un dibujo y producir, y otros mucho más activos en su quehacer. Mi versión del diseño es que es algo que puede sintetizar ideas más grandes; de hecho, hay una intersección que me encanta: el diseño combinado con activismo medioambiental. 

En este contexto, el diseño tiene un gran rol que jugar, porque puede conectar a muchas personas que previamente estaban desconectadas. Por ejemplo, en el caso de totomoxtle, trabajamos con científicos y agrónomos de un banco de semillas que no están en contacto directo con comunidades indígenas, pero que veían las cosas a una escala mucho más grande. También podemos conectar al mundo del arte y del diseño con la comunidad indígena.

Entonces, creo que el diseñador, cuando va más allá de solo resolver cuestiones estéticas, es un personaje que tiene una especie de fluidez para conectar y para solucionar ciertas problemáticas.

Sisal Sanctum para CitizenM Shoreditch, Londres 2018

LATINNESS: ¿Tienes un proyecto que aún sueñas por cumplir?

FERNANDO: Mi sueño, hablando en términos generales, es poder hacer toda una casa. Obviamente no soy arquitecto, pero crear una especie de vivienda en la que cada detalle esté diseñado, es algo que me gustaría llegar a hacer. 

Siento que con lo que he aprendido de la comunidad en cuestiones de agricultura y de manejo de las plantas, me encantaría producir algo a gran escala y de más larga duración. No solo una casa, también todo lo que va dentro y fuera de ella. Una casa con un plantío alrededor. Algo a esa escala. 

Sería increíble, porque también serviría como una plataforma para comunicar estas ideas, donde puedas recibir gente y hacer que vivan esta realidad o este sistema durante un tiempo. 

Eso podría ser un dream project en el sentido de que es algo que va a durar muchos años y puede convertirse en un instrumento de educación.

 

Imágenes cortesía de Fernando Laposse