Mónica Calderón junto a sus piezas para Monica Calderon Studio. Retrato por Tamara Uribe.

CAFECITO CON

MÓNICA CALDERÓN: “SENTÍ ESTA RESPONSABILIDAD DE CONECTAR LOS DOS MUNDOS”

Nombre: Mónica Calderón
Profesión: Diseñadora, curadora y fundadora de Casa Escuela
Nacionalidad: Mexicana
Signo zodiacal: Acuario
Instagram: @monicacald

LATINNESS: Mónica, ¿cómo entraste al mundo del diseño?

MÓNICA: Estudié Diseño en México. Luego, me casé con mi esposo Ezequiel Farca, quien es arquitecto, hace 25 años. Estar a su lado ha sido una fuente de inspiración para crear proyectos juntos. 

Él tenía su despacho en México, pero estaba más enfocado en el tema de interiores y arquitectura. Entré a ese espacio y dije: “¡Híjole! Tengo que empezar a complementar ese camino recorrido”. Así, comencé a trabajar con artesanos y fabricantes en México y a explorar diversos materiales. 

Hace 25 años era muy diferente a lo que es hoy trabajar con artesanos. Ahora esta nueva generación tiene mucha más exposure con las redes sociales; el mundo se ha vuelto más global. Cuando inicié, acceder a estas personas con tanto talento era mucho más difícil. 

Aun así, con esa exploración de materiales, hice una nueva línea de accesorios: lámparas, textiles, vajillas… Nos preguntamos cuáles eran los básicos que en México no se podían comprar y que debías ir afuera y traerlos o importarlos, y los hicimos. 

Un día, unas distribuidoras muy importantes de Nueva York, entraron a la tienda en Polanco y se enamoraron de dos o tres productos que había fabricado con este material. Me pidieron diseñar una colección enorme para su línea de homeware y así lo hice. El pedido fue tan grande que tuve que montar una fábrica.

Mónica Calderón

Homeware creado con poliéster de resina, de Mónica Calderón Studio. Imágenes por Gaby Bolivar.

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LATINNESS: Mencionaste la exploración de materiales. Tu trabajo se destaca por el uso de poliéster de resina. ¿Por qué elegir este material?

MÓNICA: En la investigación de los insumos encontré la resina, pero no pensé que iba a terminar trabajando con ella por tantos años. 

Seguí trabajando en otra línea de productos, pero me enfoqué mucho más en la resina. De hecho, me he vuelto la experta “indexóloga” de este material, que es muy lindo, porque mi fábrica es una especie de cocina en la que experimentamos mucho con colores, texturas y demás.

LATINNESS: ¿Qué te llevó a vivir en Los Ángeles?

MÓNICA: Primero nos fuimos a hacer una maestría en Barcelona y allá vivimos durante tres años. Fue una experiencia muy enriquecedora porque la ciudad era la meca del diseño en ese momento; todavía lo es, aunque ha cambiado mucho desde entonces. De regreso, estuvimos unos años en México y luego nos y trasladamos a Los Ángeles.

Veníamos mucho a LA por trabajo. Entre tanto, tuvimos trillizos, que ahora cuentan con 19 años; luego, llegó otro bebé. Ezequiel y yo teníamos clientes aquí; él estaba haciendo casas y yo trabajaba con algunas tiendas. 

Hubo una conexión con California, primero por la cercanía; segundo, por el trabajo, y tres, porque estábamos en el campo del diseño, el arte, la arquitectura y demás, y empezamos a ver que había muchísimas similitudes entre la historia del diseño en México y en California.

Además, siempre decíamos que la arquitectura mid-century nos cautivaba; así que decidimos venirnos de manera muy radical. Ezequiel hizo una maestría en UCLA, que fue un poco el pretexto, y después me vine con los cuatro chamaquitos chiquitos.

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Diseños para CALA; derecha: la diseñadora mexicana Mónica Calderón. Retrato por Tamara Uribe.

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LATINNESS: ¿Fue una conexión inmediata con la ciudad?

MÓNICA: Fue un reto hacerlo, no solo como mamá, también porque ya tenía una empresa superestablecida y la dejé atrás. Además, alejarte de tu cultura, de tu familia, de tus raíces, de lo que has construido toda una vida… Pero somos superpioneros. No nos importa; somos super alma libre… Cargo con mis hijos a donde sea. Y sí, somos de viajar, de explorar, de conocer y de seguir evolucionando. 

Sentimos que este era nuestro camino y ahí empezaron a suceder muchas cosas, entre ellas los proyectos en los que conectamos estos dos mundos y culturas. También comencé a desarrollar otro tipo de inquietudes y pasiones, que es lo que me ha llevado a hacer cosas aquí.

LATINNESS: En nuestra experiencia, aunque es un reto mudarse a un nuevo país, al trabajar en industrias como las nuestras, la creatividad te permite entrar a ciertos grupos de alguna forma. ¿Así fue para ustedes en Los Ángeles? 

MÓNICA: La verdad, la percepción que tenía la gente en LA hace 14 años de lo que era México y lo que significaba ser diseñador o arquitecto mexicano, era muy diferente a la de ahora. Fue un gran reto entrar, aunque haya sido California y habiendo tantos mexicanos acá. 

Así fue que empecé a sentir que tenía una misión acá. Que debía cambiar un poco la perspectiva y la narrativa de cómo la gente percibe a esta comunidad creativa, porque hay mucha historia detrás y muchas similitudes y conexiones entre las dos culturas. 

Ya que tenía esta trayectoria y este camino recorrido, sentí esta responsabilidad de conectar los dos mundos, las dos comunidades creativas, y empezar a hacer proyectos para cambiar la mirada y darle visibilidad a toda esta gente tan talentosa que tiene México.

También, estando fuera de México y de mi fábrica, tuve que buscar ese creative outlet para llevar mi material a otros proyectos; eso sí, sin abandonar el hecho de que he podido manejar mi negocio a larga distancia. De alguna forma tengo mi sistema y ha funcionado.

Un dúo creativo: Mónica Calderón y Ezequiel Farca. Imagen por Tamara Uribe.

LATINNESS: ¿Y cómo lo has logrado?

MÓNICA: Curiosamente y es que así es un poco el mundo y el destino, me invitaron a participar en un proyecto en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA). Estaban haciendo una exposición llamada Lost in Translation. Algo así como México, California Design and Architecture entre los años veinte y los ochenta. 

De hecho, la curadora mexicana Ana Elena Mallet estuvo curando aquí con Wendy Kaplan y me invitaron a formar parte de este proyecto, sobre todo en la tienda del museo, junto con María Eladia Hagerman, que es muy amiga mía. 

Las dos hicimos la curaduría de la tienda de esta exposición. Invitamos a artistas mexicanos y estadounidenses. Me impregné de la influencia que hubo en aquellos años y de los diseñadores que estuvieron haciendo cosas aquí y allá. Hice mucho research de las similitudes entre estos dos mundos y me empecé a meter más y más en el cuento. 

La exposición fue un éxito, y a raíz de ella, hubo otro evento de arte muy importante en Los Ángeles que se llama PST:LA. En este, también me invitaron a curar y a formar parte del proyecto que reunió 14 galerías de Latinoamérica. 

Luego hice una exposición en la galería Blackman Cruz en la que traje muebles clásicos de los años 50 de arquitectos mexicanos y latinoamericanos. De allí, me empecé a involucrar en una fundación en Oaxaca que se llama Innovando la Tradición, y me llevé sus artículos de barro para hacer todo un panel. Quería, ahora sí, crear una plataforma para poder compartir ese trabajo.

LATINNESS: ¿La colaboración siempre ha sido importante para ti?

MÓNICA: Sí, he hecho varios proyectos y me gusta mucho colaborar con otros. Me encanta poder compartir el proceso creativo, mi trayectoria y la creatividad con alguien más. 

Cuando hemos hecho proyectos, no solo con diseñadores, sino también con artistas, cada proceso es distinto. Entras en su mundo, en su parte creativa, y cada uno es diferente. 

Al final del día, las historias de nuestra infancia y nuestro camino nos van formando como creativos, y es muy lindo, no solo diseñar o crear algo juntos, sino también establecer una relación. Soy muy de conectar con la gente. En mi cabeza siempre está presente la curaduría, por eso invito a más personas a colaborar.

Imagen por Tamara Uribe.

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Casa Escuela, en Mérida, México. Imágenes por Fernando Marroquin.

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LATINNESS: Hablemos de tu más reciente proyecto Casa Escuela. ¿De dónde nació?

MÓNICA: Cuando empecé a hacer todos estos proyectos aquí, me encantaba porque traía gente de Latinoamérica. Luego, comencé a sentir la necesidad de conectar personas de aquí y allá en esta comunidad creativa. 

Un día, hicimos un viaje a Mérida. Teníamos la intención de llevar a nuestros hijos a estos viajes a México para hacerles entender su historia, sus raíces y de dónde vienen. No queríamos que perdieran esa parte de su pasado, de su familia y de sus tradiciones, en especial por nuestra conexión con todos estos proyectos en México. 

Somos soñadores y siempre a donde vamos, buscamos propiedades. Un amigo nuestro que vive allá nos dijo: “tienen que venir a ver este lugar”. Entramos y dijimos “wow, ¿qué es esto?”. 

Era originalmente una antigua escuela en los años 20 y tiene una energía muy mágica y particular. Todavía se sentía mucha vida, aunque había estado abandonada; se sentía vibrante. Nos habló al corazón la historia de la arquitectura, del espacio, de la esencia, del concepto. 

En la parte de atrás de la propiedad había un lote vacío. Se veían los pisos originales, la carpintería y las paredes antiguas pintadas a mano con estos colores mágicos. Entonces pensamos: “tenemos que hacer algo aquí”.

La fachada de Casa Escuela, en Mérida. Imagen por Fernando Marroquin.

LATINNESS: ¿Por qué Mérida y no Ciudad de México?

MÓNICA: Después de vivir 14 años fuera del país, y con los hijos creciendo, reflexionamos: “si vamos a escoger algún lugar de México, no será Ciudad de México”. 

Yucatán tiene algo mágico; es una cultura muy fuerte. Hay una historia y una sabiduría ancestral increíble en todos los campos: la gastronomía, la medicina, la astrología, la artesanía y miles de cosas más. Decidimos tomar el riesgo y, sin pensarlo mucho, comprar este espacio. Y dijimos: “Luego vamos a ver qué se empieza a manifestar”. 

LATINNESS: Y qué se manifestó?

MÓNICA: Retomamos el tema original de la escuela para poder seguir compartiendo e invitando, no solo a la comunidad de creativos de México, sino también a la de Los Ángeles y de todo el mundo. Siempre con la misión de conectar puentes. 

Tenemos todos estos salones en frente, una especie de exhibition space o galería que da a la calle; otro espacio en el que ahora hay una tienda y varios salones destinados a estudios de diferentes disciplinas (escritores, artistas… de todo). No se limitan ni los espacios ni mucho menos qué tipo de gente se invita a participar.

Y en la parte donde estaba el terreno baldío, hicimos un proyecto prácticamente de cero, que es la casa; es decir, cuartos y una cocina, que es superlinda. La idea es también poder hacer residencias con chefs y food activists. Hay un componente de bienestar y wellness en la casa, pues al tener este espacio sagrado de la cocina, podemos invitar a personas alrededor del tema de la comida y la salud.

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El comedor con mesa en resina diseñada por Monica y sillas por Ezequiel.

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La cocina diseñada por Mónica Calderón, ambos en Casa Escuela. Imágenes por Fernando Marroquin.

LATINNESS: ¡Qué lindo proyecto! ¿Por qué es importante tener estos espacios culturales y residencias artísticas?

MÓNICA: Para nutrir esta parte del collective knowledge y honrar a México y sus tradiciones. Para construir puentes con otros territorios y homenajear toda esta sabiduría colectiva y ancestral. También, para ser un agente de responsabilidad social y con el ambiente, por poder traer a toda esta comunidad de personas que está haciendo proyectos que causan mucho impacto positivo y vincularla con la comunidad local, tanto en Mérida como en México. 

Sentimos que tenemos una responsabilidad muy grande de hacer más que un lugar bonito e invitar a la gente a crear, sino algo que deje una huella. Sobre todo, tenemos una responsabilidad con México, que nos ha dado tantísimo. Gracias a los mexicanos, hoy podemos hacer esto.

LATINNESS: Mérida está viviendo un momento especial en el mundo artístico. ¿A qué le atribuyes este renacimiento?

MÓNICA: Es sorprendente poder ver a la gente que se está yendo a vivir allá y que realiza proyectos relacionados con la comunidad creativa del arte y de los restaurantes. Hay un auge increíble. 

La riqueza cultural de Yucatán es enorme y tiene una historia maravillosa. La arquitectura colonial también es hermosa; todas estas casonas espectaculares en Paseo de Montejo que hacen que te enamores, las fachadas coloridas, los cenotes, las pirámides, las haciendas, las playas… es un lugar en el que tienes todo. 

Lo bonito de este proyecto de 900 metros cuadrados en el que funciona Casa Escuela es que está en el centro, a cinco minutos del zócalo. La catedral y el mercado principal se encuentran cerca y hay muchos comercios alrededor de la casa, así que la gente que viene a este proceso creativo solo necesita salir y en un segundo tiene toda la acción de la ciudad. 

Para mí es una inspiración total ir a explorar. He ido descubriendo unos sitios lindísimos y gente increíble. Los mayas son genios. También es un lugar muy seguro, hasta ahora. Esto ha ayudado a que las personas de afuera se sientan como en este México de los años 70 o antes. Nos da mucha paz estar ahí.

Un patio de Casa Escuela. Imagen por Tamara Uribe.

LATINNESS: Como creativos ¿cómo inculcan el arte en sus hijos? 

MÓNICA: Llevándolos con nosotros. Nuestros hijos aún no entienden por qué tenemos este proyecto en México ni por qué lo hicimos. Cuando llegaron allí decían: “¿Pero por qué esta casa? ¡Queremos paredes nuevas!”. Tenemos un media room donde proyectamos películas o proyectos de exposiciones que hemos hecho, pero solo preguntaban: “¿Cuándo van a arreglar las paredes?”.

Uno de nuestros hijos, que está estudiando moda, empezó desde chiquito a tomar fotos y a hacer su línea de ropa; lo hemos apoyado muchísimo. Tenemos esta casa hace cinco años y nos tomó cuatro años realizar la restauración, pero hoy día se nota su interés. Ahora dice: “quiero ir”. Quiere ver qué puede hacer allí con los artesanos. 

Al final mis hijos han crecido en un ambiente muy creativo. Miguel Calderón, mi hermano, también es artista; acaba de exponer en el Tamayo. Se criaron con esta parte creativa de Ezequiel y mía, de mi familia y la realidad es que ellos lo son igualmente. Queremos que este proyecto sea de ellos y que eventualmente puedan hacer sus propias iniciativas. 

La creatividad es una herramienta de bienestar y de salud mental para ellos. Y aunque unos creen que son creativos, y otros no, esta parte de nuestra vida es muy sanadora. Queremos que usen esta herramienta que nosotros les hemos inculcado, para utilizarla en los diferentes pasos en su vida.

Imágenes cortesía de Mónica Calderón.