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CAFECITO CON

JAVIER REYES: “EL DISEÑO PUEDE SOLUCIONAR PROBLEMAS QUE HAN SURGIDO A RAÍZ DE LA DESIGUALDAD”

Nombre: Javier Reyes
Profesión: Diseñador, fundador de Rrres
Lugar de nacimiento: Santo Domingo, República Dominicana
Instagram: @rrrrrr.es

LATINNESS: Javier, vemos una mezcla de culturas en tu proyecto Rrres. Eres dominicano, pero pasaste por España y ahora vives y trabajas en México. ¿Puedes contarnos cómo empezaste en el mundo del diseño?

JAVIER: Soy de República Dominicana y viví una parte de mi vida allá. Estuve en Buenos Aires por unos tres años para estudiar diseño gráfico y siempre sentí una gran conexión con la fotografía. Me atrajo mucho toda esa parte no tan fría del diseño, el lado del collage, de mezclar fotos con otros elementos. Luego regresé a mi país natal y allí permanecí dos años; después partí hacia Barcelona, donde me quedé por cinco años. No estaba estudiando ni trabajando directamente con nada que me vinculara a la ciudad, pero ahí fue que nació el proyecto.

LATINNESS: ¿Cómo influyeron estas experiencias en Argentina y en España, y por supuesto en tu nativa República Dominicana, en el inicio de esta aventura?

JAVIER: Cuando vives en diferentes contextos y estás en ellos por más de un año e incluso dos, ver la otra cultura en la que habitas —sobre todo si no es latina, sino europea— te hace recordar cosas de la propia. Empecé a pensar en la artesanía, en ese mundo craft y manual que permanece latente en América Latina y sobre todo en República Dominicana. Por supuesto, hay otros continentes que lo tienen, pero Latinoamérica era lo que conocía. Con ese antecedente reflexioné: “Wow, ¡Qué increíble esto! No lo había visto antes con este potencial o con esos ojos. Hay que hacer algo”. Así que mi proyecto surgió como una iniciativa muy naíf del tipo “a ver qué sale”.

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LATINNESS: Cuéntanos sobre el propósito de Rrres.

JAVIER: La iniciativa nació porque me gusta trabajar con la gente y entrar en diversas realidades. Visitar comunidades o pueblos a los que nunca iría. El proyecto enlaza a dos personas de culturas diferentes o de distintos entornos sociales. Eso era lo único que me interesaba… esa parte orgánica de hablar con ellos y aprender.

Venía de trabajar en diseño gráfico y en asesoría y desarrollo de imagen, y era una labor un poco fría al final. La haces a distancia, por computadora y es muy sedentaria.

Vivir en Europa, fuera de mi tierra, me permitió darme cuenta, poco a poco, de que faltaba algo. Fue así que empecé a trabajar con los artesanos de República Dominicana, haciendo un link con Europa para darlos a conocer. Todo inició así: trabajaba algunas ideas con los artesanos y las llevaba a ese continente; hacía presentaciones y fotos. Buscaba la manera de mostrar un poco lo que se hace en este lado del mundo, que no somos solo ‘palmeritas’ y ‘colorcitos’, que no es lo naíf o lo típico.

LATINNESS: ¿Y qué te llevó a México?

JAVIER: Empecé así, pero me di cuenta de que en República Dominicana era muy difícil trabajar. Los artesanos estaban dispersos y quedaban muy pocos. Esa fue otra de las razones que me motivó a hacer el proyecto pues quería ayudar a preservar estas culturas artesanales.

En realidad no se trata de banderas. Puedo llegar a Colombia y percibir esa alma latina, ya que, al final, es humano, ¿no? Donde quiera que voy, hay un sector desfavorecido y si uno puede aportar o colaborar, ¿por qué no hacerlo? Así surgió la iniciativa.

Por eso llegué a México, porque sabía que allí existe un gran desarrollo artesanal y las comunidades dedicadas a esta labor aún se mantienen. Ahí empezó todo. Fue cambiando, evolucionando y tomando forma, además cogió un poco de fuerza.

Digamos que el proceso es más fácil, por lo que existe una comunidad que se dedica a eso, así que solo hay que llegar, tocar puertas y sentarse con ellos. Esto no es posible en República Dominicana y quizás también sea difícil en muchas partes de Latinoamérica, donde el diseñador no puede acercarse porque tiene que hacer más esfuerzo, aventurarse más.

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LATINNESS: A veces ese esfuerzo es lo que intimida a muchos creativos. ¿Cómo fue esa experiencia de llegar solo a Oaxaca y acercarte a los artesanos?

JAVIER: Todo ha sido una aventura; al principio un poco improvisada. Cuando llegué acá hace tres o cuatro años, empecé a investigar en qué lugares más o menos cercanos se trabajaban algunas técnicas, que no me tomara dos, tres o cuatro horas llegar allá. Quería crear codo a codo con los artesanos, pero además estar ahí.

Entraba a las tiendas y me hacía pasar por turista. Ni siquiera hablaba español. Preguntaba: ¿cuánto cuesta?, ¿dónde se ve esta pieza?, ¿en qué lugar hacen esto? Pero no te dicen nada si ven que eres uno de esos latinos astutos, a los que en República Dominicana les decimos tigueraje, porque piensan que quieres copiarles o montar algo igual.

A veces lograba sacarles información y ya estando aquí te vas enterando de a poquitos. Pero al principio no sabía nada, así que consultaba libros o buscaba en internet. Muchos ya aplican la tecnología. Así, paso a paso, le fui dando forma.

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LATINNESS: De llegar solo sin conocer a nadie a tener un estudio de diseño reconocido entre círculos creativos, que es el sueño de muchos. ¿Cómo alcanzaste ese punto?

JAVIER: No me mudé a Oaxaca inmediatamente, tardé dos años en tomar la decisión. Estaba viviendo en Barcelona, así que iba y venía para quedarme con los artesanos. Al principio, con los tapetes, partía desde Oaxaca a la comunidad en camiones o en colectivos, en el transporte local. Lo hacía tres o cuatro veces a la semana, pero era frustrante porque cuando trabajas con artesanos, hasta que no le agarran lo que quieres, hay que estar ahí.

Me di cuenta de que eso no daba resultado y ellos fueron los que me invitaron. Me decían: “Señor Javier”, y yo les contestaba: “Por favor, no me diga así, que señor puede ser mi padre de 72 años”. Y seguían: “Oiga, mire, ¿usted por qué no viene aquí y se queda en un cuartito?”. En ese momento me reí como si fuera un chiste. “Sería muy loco”, pensé yo. Luego reflexioné: “Bueno, ¿por qué no?”. Y me quedé con ellos.

Eran períodos de dos meses. De hecho, duramos un tiempo viviendo juntos. Y así, entre un periodo y otro, decidí mudarme y dejar todo en Barcelona. Puse el estudio acá e hice una rutina. Ya tengo carro pues los artesanos están a media hora o a cuarenta minutos, otros en ese mismo rango también, y los voy a ver cada semana. Me siento con ellos y es increíble porque este ritmo ha permitido que las cosas se construyan, sobre todo proyectos a gran escala en los que podemos garantizar tiempos de entrega pues estoy aquí. La iniciativa ha evolucionado; hacemos proyectos y repartos, las cosas marchan.

LATINNESS: ¿Con cuáles comunidades trabajas ahora?

JAVIER: En Oaxaca hay tres culturas principales: los zapotecos, los mixtecos y los mixes. La mayoría de quienes están cerca de la ciudad, son zapotecos. Hay otros que no se identifican: no hablan mixteco, pero tres o cuatro generaciones atrás tenían el zapoteco. Entonces, trabajo con estas diferentes comunidades zapotecas con técnicas basadas en textiles o en el uso del barro. Luego están los de la Sierra de Guerrero, un poco fuera de Oaxaca, y son quienes tejen la palma.

LATINNESS: ¿Qué otras técnicas manejan en el estudio? ¿Cómo decides con cuál trabajar?

JAVIER: Estamos pasando al tejido en telar con fibra de algodón para elaborar mantas y throws, pero nos ha tomado tiempo.

Pensé que en lugar de trabajar muchas técnicas diferentes, era mejor ir poco a poco hasta manejar una con el artesano y apoyarlo para consolidar una producción mensual con su familia. Es dispendioso. Hay que ayudarles a organizarse. Los tapetes han funcionado muy bien, porque hay mucha demanda. Esa técnica era la que me ilusionaba cinco años atrás cuando dije: “quiero hacer eso, pero es un sueño”. Logré trabajar con tres familias; son como unos 12 o 15 tejedores y cada grupo ha organizado su taller.

Los hemos montado realizando lo necesario: llevando las cuentas, invirtiendo en telares o en pigmentos. Nuestra labor es algo así como: “Oigan, no esperen a que llegue trabajo; vayan uniendo estos colores, porque son los que siempre hacemos”. Así es la dinámica. Ellos mismos tienen ideas y también van tomando forma. Hay una gran diferencia entre este estilo y el de “te encargo el trabajo y ya lo vengo a recoger; avísame cuando esté listo”.

Cada pieza y cada técnica en la que me voy aventurando, me deja la satisfacción de estar reconstruyendo ese espíritu y de poder crear con ellos. Cada técnica en la que me adentro, lleva consigo una responsabilidad con las familias, la de tratar de proponer piezas e ideas que primero tengan un mercado. Al final sí, pueden ser cosas bonitas, pero pienso mucho en la parte práctica de esto. ¿Les veo una salida, un valor?, ¿voy a poder conseguir clientes?

Personalmente siento que cada vez debo ser más práctico en muchas cosas y ayudarles a contar con un trabajo mínimo para que crean también en el proyecto y le echen ganas, y que sus hijos o las nuevas generaciones puedan verlo como una forma de trabajo. Por eso me ha tomado mucho tiempo.

LATINNESS: En el mundo creativo se escucha mucho más sobre Oaxaca en términos artesanales que de otros pueblos y comunidades en México. ¿Por qué?

JAVIER: En Oaxaca los artesanos están más empoderados en comparación con otras partes de México, porque lograron tener sus tierras. Cuentan con casas y están un poquito más establecidos pues no hubo tantas injusticias con ellos como con otras comunidades indígenas en Latinoamérica. Aquí lo que pasa es que son guerreros, muy guerreros. De hecho, un pequeño dato: a la llegada de los españoles, se resistieron mucho; por eso los zapotecas pudieron preservar su legado cultural. Hay una parte de Oaxaca que no conquistaron y se llama “Los nunca conquistados”. Están en la Sierra y tienen ese espíritu; son revolucionarios.

LATINNESS: ¿Cuál ha sido la mejor lección que has aprendido de toda esta aventura?

JAVIER: Agradezco el tiempo que viví en Europa, porque me hizo conectar mucho. Antes pensaba que lo que quería era quizás una idea muy cliché de Latinoamérica. Pero regresar después de cinco años de estar afuera y venir a México, y a este pueblo, me hizo sentir que era de aquí. Y sé que si llego a otra parte, a Colombia, por ejemplo, voy a estar como en casa. Percibo una cercanía que no me fue posible experimentar en otros países; no la pude vivenciar en Estados Unidos ni tampoco en Europa.

Por supuesto, nuestra cultura particular nos hace un poco más cálidos y no tan uptight con muchas cosas. Pero más allá de eso, entendemos la mezcla cultural que tenemos, entendemos la lucha contra el rechazo a la raza y a los orígenes de Latinoamérica, tanto los indígenas como los africanos, así como a la clase… Hay muchas clases. Existe un rechazo a esa negación y no por una cuestión de color o por una idea colonizada. Hay elementos e historias que nos unen.

Me inclino mucho por sacar ideas de estos temas vividos, como la llegada de los españoles y qué es lo que está pasando ahora en el plano social, porque aquí en Oaxaca, tienes la oportunidad de ver a un pueblo casi 500 años atrás. Llegas a comunidades y entiendes cómo era el panorama de la cultura indígena en esta parte del mundo y eso me intriga mucho. Quiero entender a la persona y no solo la técnica y el diseño, también lo intelectual.

No soy indígena, pero crecí en esta tierra latina. Veo que en República Dominicana hay una fuerte ausencia cultural; ya perdimos muchos valores que antes existían. Aquí tú ves que pudieron preservar algo. Me intriga ver que así éramos, así era esto. Ahora somos otra cosa; somos una mezcla.

LATINNESS: Y de los artesanos, más allá de las técnicas, ¿qué has aprendido?

JAVIER: Que son personas muy humildes, de todas las formas posibles. La riqueza más grande con que cuentan es la humildad ante su trabajo, ante su técnica, ante la gran habilidad que poseen. Cualquiera de nosotros estaría pavoneándose, como dicen. Se ve mucho en la parte del diseño y en el arte pues a la gente a la que se le reconoce, se hace grande. Pero ellos tienen la tranquilidad de la modestia.

Al final me di cuenta de que, ¿quién soy yo para estar diciendo que esto es mi trabajo? Por eso siempre hablo de nuestro trabajo como algo que nos pertenece. No es mío ni tampoco del artesano. Si fuera de alguien, sería de la cultura. Es importante pensar que hay personas que estuvieron antes de nosotros, tanto en nuestra familia como en esas comunidades; ellos recibieron esa técnica, pero no la crearon. Ocurre lo mismo con las referencias o las ideas que tomas; tú no les diste la vida, se las dio la naturaleza o las circunstancias. ¿Quién soy yo para estar poniéndole etiquetas a estas cosas?

LATINNESS: Cuéntanos sobre el nombre del proyecto. ¿Qué significa Rrres?

En catalán, sin las primeras dos erres, significa nada. Ellos dicen, por ejemplo: “Gracias” y responden “Da res” o “No pasa res”, de nada o no pasa nada. No quería hacer énfasis en el nombre, tampoco tenía la intención de poner a pensar, ¿por qué le pusieron tal cosa? La gente ni siquiera sabe cómo pronunciarlo y tiene problemas en identificar esa parte, pero es justamente lo que quería: esto no es importante, no se enfoquen en eso.

En todo caso, lo que quiero es hablar de Latinoamérica, de nosotros como humanos, de nosotros como historia. Esto se termina traduciendo en cosas sencillas; por ejemplo: las esculturas son la familia, el núcleo familiar. Las últimas están inspiradas en la costa de Oaxaca. Me recordó mucho a República Dominicana y se tradujo en un tema de expresión, en un color más intenso, en más movimiento. Salió de ahí, pero, al final, no me hago dueño de eso.

LATINNESS: ¿Qué rol crees que tiene el diseño en la sociedad?

JAVIER: Me gusta mucho el concepto de Bauhaus, cómo rompe el renacimiento y el barroco porque era excesivo. Entiendo que va más allá de una cosa estética; debe estar al beneficio de las personas y ser una ayuda. Alguien con menos recursos puede construir una casa con estos estándares, porque ya está esa posibilidad: no es necesario que haga una edificación con 50 % más materiales, que era lo que se usaba en aquella época. 

Basado en ese concepto, pienso que tiene un rol social. Y no solo con cosas tangibles, también con ideas. Tiene que ver con poder ayudar y desarrollar piezas que estén dentro de un sistema en el que todos se vean beneficiados. Siento que el diseño puede aportar mucho, en especial a solucionar problemas que han surgido a raíz de la desigualdad.

Aunque no somos diplomáticos, no sabemos cómo hacer tratados, y en ocasiones creo que no puedo gestionar nada frente a muchas injusticias y siento no tengo el alma para salir a la calle y verlas ahí, al menos sé que desde el diseño puedo intentar darle la vuelta a ciertas cosas.

LATINNESS: ¿Qué planes futuros tienes para Rrres?

JAVIER: Tengo una fijación con Colombia y quiero ir a diferentes partes de Latinoamérica. Quizás vuelvo a República Dominicana a hacer algo y atesorar cosas de cada sitio al que pueda ir. Tal vez en un futuro, cuando tenga un equipo consolidado que maneje el estudio.

Por ahora, el futuro más cercano es seguir desarrollando proyectos acá, sobre todo porque me gusta esa proximidad. Me encanta la posibilidad que tengo de estar al lado de la técnica y dedicarle tiempo. Permite cosas increíbles. Todavía podemos sacarle mucho provecho al trabajo que hay aquí.

Voy a empezar con el telar de cintura, que es una técnica tradicional prehispánica bellísima y una que otra más antes de salir de México.

LATINNESS: Has logrado mucho construyendo un estudio desde cero en un nuevo país. ¿Aún tienes un sueño por cumplir?

JAVIER: En un futuro próximo, que ya no se relaciona con Rrres, empezar a desarrollar un tipo de organización que ayude a los artesanos en temas de diseño con capacitaciones para que puedan crear variaciones de sus obras artesanales y salgan con ellas a los ‘mercaditos’.

Ahora ya todo es incierto. Antes del virus, existían mercados disponibles cerca de sus comunidades a donde podían ir a ofrecer sus cosas, pero es que a veces no tienen idea de qué hacer. Hacen lo mismo, entonces no venden. Además de capacitaciones, me encantaría crear una especie de catálogo para ofrecerlo a ciertos clientes, como los hoteles, para que puedan vender objetos como platos y ollas.

La idea es trabajarlo tipo cooperativa. Constituir un equipo en el que yo contribuyo a mostrarles qué pueden implementar para mejorar y vender, y en el que ellos se encarguen de desarrollar los productos, porque yo solo me dedicaría a compartir el know how. Sé que esto está faltando y si logramos algo así, podemos incrementar el beneficio para los artesanos en un treinta o cuarenta por ciento.

Es un tipo de sueño y a veces pienso que puedo aportar más a estas personas, pero no tengo la capacidad para llevar a cabo todo lo que eso conlleva. Aun así puedo compartirlo con un equipo de gente. La idea, al final, es una filosofía de apertura a la ayuda, no ser celoso con lo que se te ha dado. Así es. Llegué a Oaxaca y tuve acceso a cosas que ya estaban establecidas; hice el esfuerzo de estar acá, tocar puertas y entrar, pero eso estaba ahí y me lo compartieron de cierta forma.

Entonces, sigo en esa apertura de ayudar a quien sea. Hay que hacer más en estos tiempos que vivimos ahora, darnos la mano y dejar de lado el pensamiento egoísta de yo, yo y yo, y esto es mío. Sin embargo, pienso que nunca va a ser suficiente, pero poner un poquito más de granitos es cada vez más necesario.