CAFECITO CON

JAVIER SENOSIAIN: “LA ARQUITECTURA ES UN REFLEJO DE LA ÉPOCA Y CREO QUE VA A CAMBIAR MUCHO”

Nombre: Javier Senosiain
Profesión: Arquitecto
Lugar de nacimiento: Ciudad de México, México
Signo zodiacal: Tauro
Instagram: @javiersenosiaina 

LATINNESS: Javier, ¿qué te llevó al mundo de la arquitectura?

JAVIER: Cuando estudiaba en la preparatoria, no sabía qué profesión seguir. No tenía claro si elegir Ingeniería Civil o Arquitectura, así que hice un test. De ahí salió que mi vocación estaba más enfocada a lo segundo. Aunque entré con la idea de poner una tienda de materiales, conforme fue pasando el tiempo me encantó la profesión. 

Tuvimos la suerte de contar con el afamado arquitecto y pintor mexicano Mathias Goeritz como maestro en el primer año, y eso nos motivó mucho a los alumnos. Al final de la carrera, para la tesis, propuse crear un centro cultural deportivo. En aquel entonces, uno hacía el servicio social en un pueblo y de acuerdo con sus necesidades, cada quien planteaba un tema. Si bien empecé a proyectar espacios ortogonales, llegó un momento en que me di cuenta de que el deporte fluye y es muy libre, por lo que cambié el concepto por formas curvas y espacios orgánicos. 

A partir de ahí, me entró la inquietud por los escenarios curvos. Y es que pienso que son más humanos. Al comienzo fue una especie de investigación. Aunque hacía proyectos arquitectónicos más bien convencionales, empecé otros dedicados a la arquitectura orgánica. Así inició todo. 

LATINNESS: Cuéntanos en tus palabras qué es la arquitectura orgánica?

JAVIER: Es aquella que busca la armonía entre el hábitat del hombre y la naturaleza. El pintor y arquitecto Juan O’Gorman dice sobre ella que es la que toma en cuenta no solo los condicionantes geográficos del lugar, también de los culturales. Tiene como referencia lo geográfico y lo topográfico, y hace un análisis del sitio, de las vistas, del entorno, de la orientación. Creo que todo eso es muy importante, porque asegura de alguna forma esa comunión del hombre con la naturaleza y de la naturaleza con el hombre. Es un binomio que siempre se ha dado, incluso desde la época primitiva, pero que cobró mayor relevancia en esta era de pandemia; añoramos la naturaleza, le estamos dando el valor que tiene y es que a veces nos olvidamos de eso.

LATINNESS: ¿Cuál crees que será el futuro de la arquitectura orgánica pos-pandemia? La gente está buscando una mayor conexión con el campo… 

JAVIER: Los arquitectos van a tener más presente a la naturaleza. Recuerdo que un poco antes del año 2000, al final de alguna plática que di salió la pregunta: ¿hacia dónde va la arquitectura? En aquel entonces se comentó que había una tendencia por lo natural y lo humano. ¿Por qué? Porque en los últimos cincuenta años se destruyó más naturaleza que los cincuenta mil años anteriores y al hombre no se le tomaba tanto en cuenta; es decir, se le prestaba más atención al terreno, a las construcciones, a los préstamos, a las escrituras, a los permisos y a una serie de rituales, pero al hombre casi no. 

Pasó el tiempo, y hoy puedo decirte que sí. Por lo general, la arquitectura refleja lo que ocurre en la época y eso significa que va a cambiar mucho.

LATINNESS: Curiosamente, nosotras descubrimos la arquitectura orgánica a través de Instagram. ¿Cuál es tu opinión sobre crear espacios muy privados “semi enterrados” o “escondidos” que se han vuelto tan famosos en la era de las redes?

JAVIER: Sí, ahora tienen muchísima impresión. Todo esto de Instagram es increíble. Las revistas, los periódicos y otros medios informativos no cuentan con tanta recepción como los digitales. Me llama mucho la atención que la Casa Orgánica es más conocida ahora que a mediados de los ochenta. Va a cumplir 35 o 36 años desde que fue terminada y hoy día está más ad hoc, más de moda. En aquel entonces no había tanta conciencia ecológica como en la era actual, y eso me da pie para pensar cómo ha cambiado el mundo en estas tres décadas. Aunque seguimos con una aceleración negativa, con mucha contaminación y problemas, hay más conciencia. Eso ya es muy conveniente.

LATINNESS: En ese sentido fuiste un visionario con tu obra…

JAVIER: Fue más una inquietud. Quería tener pasto arriba de la casa, integrarlo a ella. Además, ofrecía ventajas con respecto a la temperatura y poder crear un jardín en el techo. No es que fuera algo tan nuevo; no totalmente. En México, Carlos Lazo había construido una casa con un jardín arriba en los años cincuenta y la intención, la idea o el objetivo era hacer espacios adaptados al hombre; ver al hombre como un animal, ir al origen. 

Gaudí decía que ser original es ir al origen, o sea que la palabra original viene de origen. Creo que en esta época sí vamos a tener que regresar al origen; incluso al regionalismo, ya que nos ha hecho mucho daño la globalización actual. Toda esta intercomunicación entre personas y de materiales que hay en el mundo, el hecho de que muchas cosas vengan de China o de otros países igual de lejanos, estos largos trayectos, hace que haya más contaminación. Sería bueno regresar a lo regional, a tratar de que el alimento que comemos a diario esté físicamente cerca, lo más posible. Javier Vázquez comentaba que el progreso es retroceso y retroceso será el progreso. Creo que sí, en muchos aspectos, sí vamos a regresar a nuestros orígenes.

Casino diseñado para David Walsh en Hobart, Tasmania.

LATINNESS: ¿Cómo es tu proceso de creación con un cliente? ¿Has tenido solicitudes que a veces te sorprenden?

JAVIER: Últimamente me han escrito para decirme que quieren una casa con forma de algún animal; de un delfín, por ejemplo… y les tengo que explicar que no va por ahí. Por supuesto, es muy importante entender las necesidades de las personas y los requerimientos del sitio. Así que primero indago lo que quieren y luego hago un análisis del lugar. 

Sigo un proceso creativo que a simple vista puede parecer muy frío. Inicio con una investigación que es sintetizada y resumida. Después, viene lo más interesante y misterioso: el concepto arquitectónico. Una vez definido, lo siguiente es el anteproyecto y, posteriormente, el proyecto arquitectónico, que lo que hace es reforzar el concepto. Finalmente, desarrollo los planos ejecutivos y regreso a la investigación del comienzo, que por lo general incluye cuatro puntos. 

El primero es el programa de necesidades. Hay un arquitecto en México, Adrián Chaves de la Mora, que explica que ahí está la clave de todo. Lo inicial es agruparlas, ya sea en servicios, en zonas públicas y privadas, etcétera, y que esto sea claro, conciso y preciso. Lo segundo es el análisis del sitio: se sintetiza el terreno, se pone la orientación, las curvas de nivel, lo que hay en el entorno y unas vistas… Me atrevo a decir que el ochenta por ciento de las veces, este paso da el concepto arquitectónico.

LATINNESS: Nos llaman mucho la atención los nombres de tus casas: Cacahuate, Flor, Tiburón, Ballena. ¿Nos puedes contar un poco cómo las bautizas?

JAVIER: Nunca surgen desde el comienzo. Tiburón, una de las primeras construcciones, es una ampliación de la Casa Orgánica, y los muchachos de la obra, los albañiles, ya cuando casi estaba terminada la estructura, la nombraron así, porque tiene una ventana curva y se parece. Entonces dije: “bueno, le voy a poner un letrero encima de tiburón”. Pero por lo general no nace a priori, sino a posteriori. Ocurre como cuando ves las nubes y tratas de encontrarles una forma, la de un animal o un vegetal; pasa igual en las obras orgánicas. 

Muchas veces empieza a parecerse un animal, aunque no partimos de una forma animal específica; la gente le encuentra la similitud, y últimamente, nos damos el lujo de reforzarla con algo. 

Lo mismo sucede, por ejemplo, en México, con las obras ortogonales. Hay un proyecto de Agustín Hernández al que le llaman “La lavadora”, porque tiene la forma de una. Y uno de Teodoro González de León al que le dicen “El pantalón” por la misma razón. La gente los empieza a bautizar y se quedan los nombres. Cuando son ortogonales, solo parecen objetos mientras las formas orgánicas se ven como seres vivos.

LATINNESS: Cuál es el proyecto del que estás más orgulloso?

JAVIER: Me encantó la Casa Orgánica. Fue la primera que se hizo orgánica y le dedicamos mucho tiempo. La investigación nos llevó tres o cuatro años, quizás más. El proyecto tardó entre un año o año y medio, y la obra duró otros cuatro años. 

Frank Lloyd Wright siempre decía: “Mi mejor obra es la que estoy realizando actualmente”. Sin embargo, mi maestro aseguraba que, como a los hijos, a todas se les quiere por igual, así sean diferentes. Aunque pienso que, a veces, inconscientemente, hay padres que se inclinan por uno. Las obras son un poco similares, pero definitivamente la Casa Orgánica es a la que le tengo más cariño, no solo por el tiempo que se le dedicó, también porque vivimos ahí 25 años.

LATINNESS: ¿La hiciste para ti?

JAVIER: Sí, la hicimos para vivir. Cuando llegamos del viaje de luna de miel, fuimos directo a la casa, y nos quedamos en ella hasta que mis hijas entraron a la universidad. Estaba muy lejos y nos mudamos a un departamento cerca de sus escuelas. La Casa Orgánica sigue ahí y está abierta al público con cita previa.

LATINNESS: Vimos que hiciste una retrospectiva en el Museo Nacional de Arquitectura. ¿Qué significa este logro para ti?

JAVIER: Una gran satisfacción y fue muy importante para el despacho. Nos dimos cuenta de que había muchas personas y otras tantas se enteraron de nuestra obra a través de esa exposición.

LATINNESS: Eres profesor universitario. Si hoy día tuvieras que dictar una clase a futuros arquitectos, ¿cuáles crees que serían los temas más importantes a abordar en este momento?

JAVIER: El objetivo de la arquitectura es resolver las necesidades del ser humano. Lamentablemente en las escuelas siempre hay mucho academicismo y se habla más de la función. A los alumnos y a los maestros los limitan cuando se trata de lo orgánico, porque les dicen que va a ser muy caro, que estructuralmente es difícil de hacer y ponen muchos peros. Entonces, es fundamental para esos futuros arquitectos, que cuando estén proyectando lo más importante sea su proyecto. 

Recuerdo que por allá en octavo semestre teníamos tres correctores; cada uno le decía a uno de manera independiente todo lo que necesitaba. Yo trataba de canalizar eso, de orientarlo y, bueno, a mí me funcionó. Les diría que la clave es lo que pide su proyecto, lo que quiere, su diseño; cada vez me convenzo más de su función emocional y psicológica. Es primordial. 

Independientemente de las necesidades básicas y elementales del ser humano, como comer, cocinar, dormir, platicar, etc. creo que el funcionamiento psicológico es tan importante como lo otro. De hecho, forma y función deben ser una sola, no tanto que de la función venga la forma. No es tan fácil cuando se proyecta, pero siento que lo esencial es tener un buen espacio en el que se esté a gusto, con una buena vista, buena temperatura, buena ventilación, buena iluminación, pero que además te haga feliz. Hay muchos edificios que tienen una función; algunos fueron bibliotecas o casas antiguas y luego se convirtieron en un museo o en otra cosa; por lo común le sienta mejor la función secundaria que la original. ¿Por qué? Porque a veces todo es tan funcional, que no funciona.

LATINNESS: Hemos hablado con muchos creativos y siempre surge el tema del bloqueo. ¿Lo has sufrido a lo largo de tu carrera? ¿Qué has hecho para salir de ello?

JAVIER: Creo que sí, pero por lo regular, y sobre todo últimamente, si sigo el proceso creativo el concepto va saliendo de manera natural, un poco embrionariamente. Aunque exista ese bloqueo, va fluyendo y si ocurre es porque hubo alguna falencia en la esencia, en la investigación. 

El arquitecto Frank Lloyd Wright les decía a sus discípulos que gestaran el concepto en su mente y que no se sentaran en el restirador con las escuadras en estadímetro a proyectar. Hoy sería algo como “no se sienten frente a la computadora a proyectar; tengan ese concepto en la mente y traten de continuar la gestación”. Cuando se tiene más claro, se puede hacer un bosquejo. Y como casi todos los bosquejos, los primeros son muy sencillos; pocas líneas.

LATINNESS: ¿En qué proyecto estás trabajando ahora?

JAVIER: El Parque Quetzalcóatl, un proyecto muy largo, de mucho tiempo. Llevamos 10 años en eso. Estamos en permisos y seguimos haciendo algunos bosquejos. 

Esto empezó con el Nido de Quetzalcóatl, que son diez departamentos. Se inició la construcción hace 15 años y se terminó hace como 8 o 10. Actualmente, dos se rentan por medio de Airbnb y los otros son alquileres particulares. Junto hay unos terrenos que los propietarios fueron comprando y empezaron a hacer jardines y espejos de agua. Llegó un momento en que se dio la posibilidad de construir un parque ecológico.

Hay mucho trabajo que no se ve, que es medio administrativo y de negociaciones. Hoy día ya tenemos el plan maestro del parque. La idea es entrar por la parte de atrás, donde hay unos panteones, llegar a un estacionamiento y de ahí pasar al nido de Quetzalcóatl. La idea son tres reinos: el animal, donde la intención es poner una granja con animales de tierra (a lo mejor una vaca, un venado, etc,.), animales de aire (un aviario muy pequeño) y animales de agua (un acuario muy, muy pequeño). El mineral, que es una cueva donde se podrán ver los minerales, y el vegetal, donde hay un invernadero, un jardín de hortalizas, uno de plantas medicinales, otro de especies del desierto y finalmente uno de frijol, habas y maíz. En eso estamos.

LATINNESS: ¿Hay algún proyecto que aún sueñas cumplir?

JAVIER: De soñar, no, pero sí quisiera hacer un desarrollo con vista al mar y una iglesia. Aunque a veces digo: “ya no quiero queso, sino salir de la ratonera”. Por lo pronto, con el proyecto Quetzalcóatl estamos muy entretenidos. 

 

Imágenes cortesía de Arquitectura Orgánica.