CAFECITO CON
ROBERTO DUMONT: “EN EL SALVADOR ESTAMOS VIVIENDO UN RESURGIMIENTO DE ESA PARTE CREATIVA”
Nombre: Roberto Dumont
Profesión: Arquitecto, Socio Cincopatasalgato
Nacionalidad: Salvadoreño
Instagram: @5patasalgato
LATINNESS: Eres arquitecto y socio del celebrado estudio de arquitectura CINCOPATASALGATO. Hace cuántos años empezaron este proyecto?
ROBERTO: Realmente la fundó Jose Roberto Paredes en el 2004. En ese momento yo me acababa de graduar y casualmente compartíamos oficina. Por cosas de la vida, me fui a estudiar una maestría, y cuando regresé, me fui incorporando poco a poco. Siempre estuvimos vinculados de manera profesional hasta que nos asociamos en 2013.
Ese año empezaron a entrar colaboradores al equipo. Hoy, tenemos dos junior partners nuevos, dos nuevos socios que acaban de subir y que han trabajado por mucho tiempo en la oficina, así que ya somos un poco más robustos en la estructura de socios. El 2013 fue un momento importante, porque empezó a cuajar el equipo que está actualmente en la oficina.
LATINNESS: Es un nombre interesante. ¿Por qué escogieron este para la firma?
ROBERTO: Es curioso porque es una manera de decir coloquialmente que buscas más de lo necesario, ¿verdad? De una forma un poquito cómica, a veces hasta absurda. Entonces, el desarrollo del nombre partió de identificar qué tipo de cliente queríamos. Y a quien nos buscara, que supiera o estuviera abierto a experimentar o explorar cosas que tal vez no esperaba, o que se permitiera que los sorprendiéramos un poco. De ahí surgió, de la interacción que se da entre lo que te piden los clientes y lo que quieres hacer y lo que te interesa, así como de buscar ese alignment temprano de eso que nos atraía.
Creo firmemente que para que un proyecto sea exitoso y profundo, todos los involucrados tienen que estar un poco committed y enamorados de él. Y queremos estar enamorados de los proyectos que hacemos, entonces era una manera de encauzar todo.
LATINNESS: Se identifican como arquitectura personal. ¿Qué significa esto para ustedes?
ROBERTO: Lo de arquitectura personal tiene que ver mucho con la metodología de trabajo que desarrollamos, que pasa por tratar de entender bien —en el caso de nuestros clientes de vivienda— a las familias que iban a habitar los proyectos, de tener una serie de entrevistas bien profundas con ellas, de saber cómo funciona la pareja o los individuos o la familia completa.
La intención es comprender cómo se desempeñan y a qué aspiran. ¿Cómo quisieran vivir en esta nueva casa? Pero también, ¿cuál es su cultura? ¿Qué es importante para ellos? ¿Qué no? ¿Qué pequeños rituales tienen día a día? ¿Qué cosas los marcan? Porque para nosotros lo fundamental es que la casa no sea una fórmula para replicar en composición o en funcionalidades.
O sea, hacemos un retrato arquitectónico de la familia para potenciarlo con las herramientas que tenemos a mano. De ahí nace esa noción. Y también la ponemos en práctica a la hora de hacer proyectos comerciales pensando en el usuario final para entender quién va a la tienda, al restaurante o al bar, y qué es lo que quiere sentir. La idea es concretar relaciones y eso siempre ha sido muy emocionante.
LATINNESS: ¿Como arquitectos, cómo funciona el proceso creativo colectivamente?
ROBERTO: Somos cuatro socios y hay quince personas en el estudio. La verdad es que es una oficina bien plana; es decir, la estructura es como flat. Los procesos de diseño se discuten un montón con las personas más senior, pero también con las que recién llegan a la oficina. Tratamos temprano de dar oportunidades de diseño a la gente que entra. Si bien hay ciertos pasos que tienes que ir dando para crecer profesionalmente en una oficina, entendemos que lo que motiva al arquitecto es poder meter mano, contribuir a dar valor en el diseño. Por eso siempre hemos querido que aprendan a diseñar temprano y que las oportunidades vayan creciendo a medida que sus responsabilidades lo hacen.
En el equipo, nos gustan tener personas que piensen diferente a nosotros. Gente que pueda estructurar bien sus pensamientos, que pueda argumentar bien sus posiciones. Porque creemos que cuantos más puntos de vista y cuantas más opiniones existan, es posible crear un proyecto mejor y más rápido.
Los quince estamos en un salón de cien metros cuadrados con una gran mesa, todos nos sentamos alrededor y todos vemos lo que hacen los demás. Es un espacio de unidad y de apertura. Así trabajamos.
Otra cosa de la que nos hemos dado cuenta, y que es importante, es que puede haber alguien dentro del comité de diseño, por decirlo de alguna manera, que sea los ojos frescos del proyecto. Alguien que quizás no esté tan involucrado en el día a día, que pueda criticar el proyecto con independencia. O sea, que no esté enamorado de él, que lo entienda fríamente, que lo estudie fríamente y que lo juzgue fríamente. Muchas veces eso no es fácil, pero creemos que esa dinámica, que genera un poco de tensión, le da un gran plus al desarrollo.
LATINNESS: ¿Y el proceso detrás de crear junto al cliente?
ROBERTO: La parte más importante, aunque no lo parezca, es la etapa de las entrevistas, porque gracias a ella logramos sintetizar su cultura y sus prioridades. El proceso dura unos dos años en total; es decir, desde que se empieza a diseñar hasta que la casa queda terminada. Es un proceso en el que vas aprendiendo a trabajar con alguien que no conoces y en el que vas descubriendo qué es lo que le hace clic, que no, aunque no te lo pueda decir de entrada.
Es un montón de teasing out, de información, de tratar de entender ciertas cosas y en este punto lo más importante es tener siempre una mente abierta. Y aunque suene cliché, es fundamental mantener los oídos abiertos y ser receptivos a cualquier cosa que esté intentando decir, así no sea explícita. Por ejemplo, cosas como: “No estoy seguro de querer pasar por ahí para ir allá, pero capaz sí”. Eso es un indicativo de que algo es un poco incómodo y eso suele precipitar un montón de cosas más. Y si no lo agarras a tiempo terminas pagando por ello más tarde. Así que aprendes a leer todas esas señales para poder retroalimentar de una manera indirecta el proceso del proyecto o del diseño en sí.
LATINNESS: Están basados en El Salvador. ¿Cómo ha influido tu país y la región en lo que hacen?
ROBERTO: Es difícil saber cómo nos ha influenciado la propia cultura. Más que observar una cultura per se, tratamos de ser bien self-aware; es decir, analizar cuál es nuestro contexto. No tanto glorificar la cultura local, sino, más bien, celebrar lo que hay que celebrar y cambiar lo que hay que cambiar. Y es que la cultura no es estática, es free flowing. Solo tienes que encauzarla, sin ser pretencioso de decir “creamos cultura”.
Iniciamos en El Salvador, y hace unos cinco años, empezamos a trabajar fuera del país. Primero en Nicaragua, que es similar a nosotros; luego, un poco en Guatemala y ahora tenemos algunos proyectos en Paraguay, Ecuador, Estados Unidos y Polonia. Si creemos que la arquitectura está arraigada de alguna manera a cierta latitud, es bien importante crear equipos que puedan abonarnos los conocimientos de esas áreas antes de poder entrar en ellas. En Estados Unidos, por ejemplo, llegamos con un socio local. Lo más importante es poder aprender, lo antes posible y rápidamente, los componentes locales.
LATINNESS: En términos de diseño y arquitectura, han puesto también un ojo en El Salvador, un país pequeño que de pronto no llega a la mente cuando se trata de estos dos universos. ¿Se imaginaron esto al iniciar este proyecto?
ROBERTO: No, para nada. O sea, puedes soñar con cosas, pero creo que el enfoque siempre fue más el trabajo y la calidad que todo lo demás. Si es que llegaba, sería después y lo haría en función de eso. Hay una buena calidad de diseño en El Salvador y lo que está saliendo es justo por esa calidad que ha ido creciendo en los últimos años a todo nivel: desde la arquitectura, pasando por el diseño gráfico, hasta el diseño de mobiliario. En El Salvador estamos viviendo un resurgimiento de esa parte creativa.
LATINNESS: Vimos que han presentado piezas de diseño en el Salone Satellite. ¿Cuándo introdujeron esto en la firma?
ROBERTO: Ha sido realmente por pasión pues si te soy franco el tema del diseño de muebles, es algo que ha implicado más money out que money in. Hemos hecho porque lo amamos, ¿Sabes? Empezamos diseñando casas con la intención de ir un paso más allá: el mueble, el comedor, la sala, la mesa para la sala o la silla para el comedor, porque es una extensión natural del diseño del espacio de interiores y poco a poco hicimos la transición.
Hemos estado en un par de ferias y en algún punto sí vendimos sillas y muebles, pero ahora es scaled back, solo con los proyectos. Construimos una casa, nos enamoramos y entonces creamos las mesas o las lámparas; aún lo hacemos, nos encanta.
Y es que nos gusta entender los procesos de fabricación pues hay “munditos” que vas descubriendo en la vida. Por ejemplo, el de la cerámica; hace un par de años nos metimos en eso y entonces queríamos diseñar todo con cerámica. Después tuvimos un periodo de mimbre. También está el plástico… en fin. Te fijas en las oportunidades que se van dando en diseño, pero además qué aprendes, qué te emociona, y eso nos guía.
LATINNESS: Hace poco resaltamos en LATINNESS una casa de Gio Ponti en Venezuela, donde el arquitecto hacía hasta la cerámica, las tazas, los cubiertos.
ROBERTO: Pues sí, ese es como el heyday del arquitecto, el Dios de un espacio. Frank Lloyd Wright diseñaba hasta la ropa. Es ridículo en este día, pero las ganas no te hacen falta como para querer diseñar absolutamente todo. No nosotros necesariamente, pero siempre es chivo colaborar con otras personas que tienen ese skill set mucho más aterrizado y compartir una visión en conjunto.
A veces trabajamos con diseñadores de interiores o de jardines con los que cocreamos el concepto de la casa; ellos se enfocan en la parte que les toca y nosotros en lo que nos corresponde. Esas son experiencias bien enriquecedoras.
LATINNESS: ¿Cómo ves el campo de la arquitectura post pandemia?
ROBERTO: Creo que la cuarentena fue un momento de introspección, de replanteamiento de qué cosas son importantes y cuáles no. Depende de dónde vivas así será tu reajuste. Quizás puedo hablar desde el contexto de San Salvador, que es una ciudad de densidad relativamente baja. Somos como dos millones de habitantes, aunque no es una zona tan concentrada. Todavía hay un montón de áreas verdes, no públicas, pero sí verdes.
Siento que aquí hay una nueva apreciación por el área pública, que se había empezado a dar años anteriores en un par de proyectos que se desarrollaron en la ciudad, pero que en ese momento quedaron completamente inaccesibles. En ese caso, para la comunidad el rol del área pública se ha revalorizado. O sea, desde el “parquecito” que tenías en la esquina.
Cómo interactúas con tu comunidad se vuelve muy importante, mucho más que antes. Porque estás en tu casa todo el día y a diez metros de otras familias. En mi caso, vivo en una comunidad de unas cincuenta casas de 200 metros cuadrados cada una. Cuando nos encerraron, lo primero que hicimos fue agarrar la sala que teníamos en el jardín —unos muebles metálicos viejos de mi abuela— y la sacamos a la acera. Esa fue nuestra manera de apropiarnos del espacio público y de empezar a generar oportunidades para algún tipo de interacción, aunque fuera visual y entre cinco y diez metros de distancia con tus vecinos.
Para nosotros creo que va a ser importante pensar en la relación casa-espacio público que por mucho tiempo, debido al tema seguridad o por costumbre, siempre ha sido como tener un muro: mi casa para adentro y las ciudades para fuera. Hay un hard line o una división bien marcada. Creo que de repente vamos a empezar a ver más proyectos con un poco de porosidad o de barreras más blandas, que pueden ser muy emocionantes. Pensaba no solo a nivel unidad, sino a nivel comunidad.
LATINNESS: ¡Qué interesante!
ROBERTO: Creo que lo que sí vamos a tener es un montón de gente viviendo de una manera más intermitente. Siempre dije que la information revolution iba a descentralizar las ciudades, porque se podía trabajar desde cualquier lado y vivir en cualquier lugar. Y nunca pasó realmente pues todo el mundo se concentró más. Aun así ahora lo podemos empezar a ver un poco más. Y tal vez no sea permanente, ¿Sabes? Puedes decidir vivir tres meses en tu cabaña en la que tienes treinta gigas de internet y con eso está bien… No necesitas más. Veremos qué pasa.
Pero también habrá un mayor enfoque en espacios pequeños de la casa. Como ese en el que cuando entras, te quitas los zapatos y los dejas. A lo mejor eso da una oportunidad para hacer un espacio, como un threshold, donde te sientas y tienes una especie de ritual en el que te quitas los zapatos y te limpias las manos para entrar a la casa. Y es que cuanto más tiempo pasemos en pandemia, más hábitos va a crear o va a cambiar. De eso dependerá cuánto se transforme nuestro estilo de vida. Creo que es emocionante reconocer esos cambios de comportamiento y cómo puedes celebrar esas pequeñas cosas, porque es probable que valga la pena cristalizarlas y festejarlas.
LATINNESS: Es cierto, son cosas que aún no interiorizamos, pero en cinco años nos daremos cuenta cuánto nos cambió la vida. ¿Tienes un proyecto del cual estés muy orgulloso?
ROBERTO: Hay varios, pero uno en particular. Trabajamos un proyecto para USAID y para Glasswing, una ONG local hace un par de años. Se trataba de la reinvención de un espacio público dedicado a los deportes y situado en una parte de la ciudad que se desarrolló en los años cincuenta. Su infraestructura se había deteriorado, también el uso de la tierra.
El proyecto ampliaba una importante inversión en el parque Cuscatlán, que es como el Central Park de San Salvador, el área verde más central y más grande que hay. Esta es la segunda fase, la parte deportiva que está en deterioro. Fue una iniciativa muy emocionante para nosotros, porque implicaba empezar a conocer las comunidades, hacer link con ellas, entender cómo funcionaba ese espacio dentro del tejido urbano, cuál era el peligro percibido en esa zona y cómo lo que se implementara podía ayudar a reducir esa percepción o ese temor real.
Más que un proyecto arquitectónico importante, el reto era entender desde el software, es decir, el aparataje operativo de quién va a ocupar este espacio, cómo va a funcionar, qué vecinos lo habitan, hasta el hardware o la construcción en físico. Ese ha sido el más emocionante últimamente. Se llama el Gimnasio Nacional.
LATINNESS: ¿Qué consejo tienes para los jóvenes diseñadores y arquitectos?
ROBERTO: He ido como back and forth en estos últimos años y me parece increíble que cuando estudias arquitectura nunca tomas una clase de project management y todo lo que haces es project management de una manera u otra. He hablado con personas de la academia en el plano local, porque la idea no es hacer una maestría sobre el tema, pero sí entender cuál es la lógica de descomponer un task en cosas más pequeñas, que sean realizables, y poder adelantarlas. Esto es vital.
Otra cosa es empujar que alguien tenga opiniones, que se forme opiniones, que las fomente bien, que las respalde, pero que también se esfuerce por desarrollarlas y comunicarlas. Quiero que alguien piense bien algo y venga a nosotros diciendo: “yo creo que esta solución debería ser así y así, por esto y esto y esto”. Eso es superimportante. O sea, ese critical thinking e independent thinking bien encauzado es maravilloso.
LATINNESS: ¿En qué están trabajando ahora?
ROBERTO: Estamos trabajando en varias casas y en un museo de niños. También en un edificio de Glasswing, un centro de desarrollo de habilidades blandas para jóvenes en riesgo. Así mismo, en un par de edificios de apartamentos y en un par de centros comerciales. Tengo un proyecto interesantísimo. Se trata de un edificio en realidad virtual, una experiencia de un cliente con el que estamos cocreando algo en virtual reality. Es un reto de diseño en el que no estás constrained, que es lo que por lo general ocurre por costos, estructura y todo eso. Es como experience design.
Fotos por Bax Towner, cortesía de Cincopatasalgato.