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SEBASTIÁN ERRÁZURIZ: “A LA GENTE LE PUEDO CAER BIEN O MAL, PERO AL MENOS SABEN QUE SOY HONESTO”
Nombre: Sebastián Errazuriz
Profesión: Creativo
Nacionalidad: Chileno
Signo del Zodiaco: Cáncer
Instagram: @sebastianstudio
LATINNESS: Sebastián, eres un ciudadano del mundo. Naciste en Chile, creciste en Londres y luego estudiaste en Nueva York. ¿Correcto?
SEBASTIAN: Exacto. Estudié un tiempo en Chile. Luego, cuando tenía 18 años, me fui a Estados Unidos, específicamente a Nueva York.
LATINNESS: ¿Y cómo comenzaste en el mundo del arte?
SEBASTIAN: Mi padre es doctor en educación a través del arte; es decir, se dedica a educar en arte a todo niño en Chile, desde kindergarten hasta los 18 años. Aprendí del programa de arte que él diseñó y fui el primero que entrenó como rata de laboratorio.
Soy lo más parecido a uno de esos niños que uno ve en Netflix, que tienen papás obsesionados por algún deporte y que ponen a entrenar a sus hijos para ser golfistas o futbolistas. En mi caso, mi padre se obsesionó con que fuera artista y dio la casualidad de que me era fácil y me gustaba.
LATINNESS: Como un King Richard, pero versión arte.
SEBASTIÁN: Un poco. Con la diferencia de que en el deporte todo es medible y en el arte, no. Eso sí, un padre como Will Smith, seguro fue entretenido, porque estaba en el maze. King Richard lo que hizo fue salir a buscar oportunidades.
En mi caso mi padre era en extremo riguroso; para él nada era lo suficientemente bueno. Mi hermano menor fue el único que no salió tan artístico, pero era el que tenía mejores notas en ciencias, matemáticas y en todo lo demás.
Mi padre lo retaba. Veía sus calificaciones y le decía: “José Pablo. ¿Cómo puede ser? Tienes un cinco en arte; esto es pésimo… vas a estar castigado”. Yo me metía: “Ey, papá. Mira el resto de las notas; es el mejor del curso en todo. No le gusta el arte, no más y está okay”. Él era el equivalente a un padre que se enoja con su hijo porque le va mal en matemáticas o en ciencia, que es lo tradicional, pero al revés.
LATINNESS: Hoy estuve escuchando un pódcast de Scott Galloway en el que habló de la importancia de vivir en una de las 20 mega ciudades como para tener un enrich yourself de este tipo de oportunidades. ¿Sientes que haber crecido en Londres fue valioso para ti de niño?
SEBASTIÁN: ¿De muy niño? Sí. Mi infancia transcurrió en Londres. Esos años formativos en los cuales uno está expuesto a una gran variedad de culturas, de religiones, es algo mucho más interesante, especialmente en una época en la que no había Internet y el acceso a la información y a la cultura dependía de tu entorno.
El hecho de haber tenido de chico una madre parvularia, medio psicóloga y un padre full enfocado en las artes, que nos llevaba todos los fines de semana a los museos, y compañeros de diferentes latitudes (indios, musulmanes, alemanes…) ayudó muchísimo.
Más tarde, cuando hice la Universidad en Chile, un país de 17 o 18 millones de habitantes, aislado, clasista, racista, homofóbico, muy conservador y extremadamente religioso, fue otra cosa.
La religión puede tener un aspecto muy positivo, pero también otros muy negativos cuando es muy estructural, sobre todo en las áreas creativas. Creo que eso lo hizo más difícil: traté de hacerme espacio dentro de una carrera, en un país en el cual casi no había mercado y en el que toda idea se achicaba. ¡Quién sabe qué hubiese pasado, si hubiese estado en Nueva York o en Londres en esos años!
LATINNESS: Claro, como un bicho raro, de cierta manera. Pero aun así, Chile tenía este ambiente creativo emergente que hemos visto en algunas películas.
SEBASTIÁN: No creo que hubiera un movimiento creativo emergente en Chile; al contrario, pienso que tuvo mucho menos que otros países.
LATINNESS: En ese caso a veces pasa que los desafíos ayudan a hacer un buen arte. ¿Crees que el hecho de que no existiera en Chile eso que buscabas, género en ti la necesidad de explorar algunos temas que en Londres quizás eran más comunes o no los hubieras cuestionado? En ocasiones, ese tipo de situaciones le dan un poco de profundidad al arte, ¿no?
SEBASTIÁN: Es un buen punto. No lo sé, Kelly. Por un lado, existen muchos estudios que demuestran que algunas personas de éxito llegan a él a través de una mezcla entre saber que tienen el apoyo de uno de los dos padres y a su vez estar buscando la aprobación paterna, y tener cierto grado de tensión y de problemas o dificultades.
Eso lo tuve. Por un lado, padres que me querían, pero, por el otro, para ellos nada era suficiente. Tampoco estaban los recursos ni las oportunidades; no había una serie de cosas. De chico tenía hambre, rabia y desesperación, pero al mismo tiempo mucho cariño.
Además, si uno ve los ejemplos de países latinoamericanos, en especial si comparamos las artes, el diseño, publicidad y la moda, son muy pocos los que han podido entrar a la cultura internacional. Eso se relaciona parcialmente con el tamaño del mercado local, ¿cierto? Si México 20 años atrás hubiera tenido un mercado gigante, tal vez sería más influyente a nivel mundial.
Sin embargo, la mayor parte de lo que se ve en este momento, es un arte o una creatividad que todavía es considerada casi autóctona. Casi cumple con la cuota de inclusión y diversidad que buscamos generar, y no porque sea globalmente atractivo o meritocrático.
LATINNESS: En general, Miami sí es un hub donde artistas o galerías latinoamericanas o personas como tú se terminan conectando con el mundo exterior. ¿No?
SEBASTIÁN: Claro. No obstante, creo que el coleccionista europeo, e incluso el estadounidense, mira menos a la galería o al artista latino, pues aún se le considera una especie de curiosidad. Un poco como ven al artista africano que está de moda. Eso explica por qué están subiendo los precios y por qué hay un área del mercado que puede seguir subiendo; y es que para ellos está bien visto incorporar en su colección una mayor variedad de trabajo.
Sin embargo, a menudo no tienden a tomarlos con la misma seriedad con que lo hacen con un artista de Chicago, Nueva York o Los Ángeles, o uno de París o Londres.
Tal vez por lo mismo nunca quise presentarme como artista latino. Por una parte, tal vez no lo parezco tanto y el acento medio británico tampoco no me hubiese jugado bien. Pero en el fondo nunca quise estar en la venta de Latin American Art de Sotheby’s o de Christie’s. Mi idea era estar en la venta de Contemporary Art. Y lo mismo con Design. Como quien es atleta y no quiere ir a los Panamericanos. Yo quería participar en las Olimpiadas.
LATINNESS: Claro, que tu arte sea reconocido por sí mismo.
SEBASTIÁN: No quiero que mi trabajo sea conocido por ser latino. Quiero que conecte con la gente a nivel global y de manera atemporal, aunque eso tome más tiempo.
Me pasa lo mismo con el arte y el diseño… No estoy dispuesto a renunciar al uno por el otro, que es un poco la típica pregunta que me hacen siempre: ¿Eres artista o diseñador? Y yo respondo: “eso sería el equivalente a que me cuestiones: ¿hablas inglés o español?”. Son idiomas distintos, con culturas distintas, códigos distintos, estructuras distintas, pero en el fondo son idiomas. Y mientras uno los hable de manera fluida, lo que importa es lo que uno pueda decir.
No soy solo un inglés parlante o un español parlante, ¿me entiendes? Por ende, puedo ser diseñador-artista y también lo que hay en medio. Además, cuando uno maneja un par de idiomas o más, entiende la construcción del lenguaje, los elementos comunes, e incluso toma palabras prestadas que solo existen en un idioma o incorpora guiños, frases y ciertos modismos para enriquecer y hacer aún más precisa la comunicación.
He estado en eso. Y le sumo un curveball más, como dirían los gringos. Y es que no he querido dedicarme a un estilo, un único tema de trabajo o un solo medio. Todas me parecen limitaciones arbitrarias que acogemos, porque resulta increíblemente difícil dedicarse a tantas áreas distintas. Pero no porque no se pueda.
Así que como me crie en las artes, para mí quienes hacen una y otra vez lo mismo, me parecen un cop out. Una mediocridad. Y pongo siempre el ejemplo del one hit wonder en la música.
LATINNESS: Sí, es un tema que hablamos con muchos que entrevistamos. El hecho de simplemente ser creativo.
SEBASTIÁN: De ese cantante que saca una sola canción, o una y dos variaciones de ella, que está en la playlist del verano, que si la ponemos ahora estaríamos los tres bailando, entendemos que no es tan serio o no es tan talentoso porque no fue capaz de recrearse, de seguir investigando, de volver a reconectar.
Eso también pasa en las artes: la gran mayoría de las máximas ventas son one hit wonders. Por eso evito ser el artista de un área cultural, de una disciplina, de un estilo o de un cuerpo de trabajo en particular. Por ende, mi apuesta es más larga y necesito mucho más tiempo para demostrar que merezco un espacio, porque estoy tratando de hacerlo en paralelo en distintas áreas.
Sin embargo, espero que en la medida en que empiecen a ser claros los cuerpos de trabajo, el peso que voy a tener será otro. Y es que el conocimiento de las distintas áreas y lenguajes hace que el aporte pueda ser aún más rico y con mayor cantidad de capas y niveles de conciencia.
LATINNESS: ¿Cómo percibes la evolución de tu trabajo desde proyectos más conceptuales? Me refiero a American Kills; después, la taxidermia; luego, el mobiliario en movimiento, hasta llegar a lo que haces ahora… ¿Cómo percibes que ha evolucionado la apreciación de la gente? ¿Entiende un poco todas estas áreas?
SEBASTIÁN: Creo que pasan varias cosas. Por ejemplo, Art Basel está ahora en París, pero en el fondo, en los últimos 20 años, siempre fue Art Basel Miami Beach. Después, se agregó Hong Kong.
Podríamos decir que Art Basel es las Olimpiadas de las Artes. Y si bien antiguamente lo serio era Suiza, por el tamaño del mercado de Estados Unidos, desde hace ya unos cinco años que está muy claro que la feria más importante se encuentra en Estados Unidos.
Y no solo hablo de la feria principal, también hay secundarias y pop-up events.
Por mencionar algo, lo que hace Faena anualmente. Por el peso que tiene como el hotel más premiado todos los años, por la atención que se lleva y porque prácticamente cuenta con un espacio en el calendario, es casi como un evento de las Olimpiadas.
Que hayan logrado que sea el más fotografiado de Art Basel, el más comentado, es para mí muy positivo porque pasó de ser una suerte de writer’s writer o de un drummer’s drummer.
Por el momento sigo como el artista y diseñador que está en una especie de culto medio underground. Creo que eso ha sido muy bueno.
Otra cosa que empieza a pasar es que hay temas, como el de la inteligencia artificial, por ejemplo, y el impacto de la tecnología, que vengo tratando hace diez años, como la escultura que se mostró en el lobby del Faena en 2016. Nadie entendió esa pieza.
Particularmente, que si bien las empresas tech ya estaban llegando a niveles de reservas de dinero en aquella época, mucho mayores que en pequeños países, los CEO no tenían tanta influencia. Todavía no se entendía que podían ser más importantes que un presidente.
Hoy día eso empieza a hacerse claro; mucho más desde el momento en que comprendemos que pueden desconectar los satélites y quitarle comunicaciones a dos naciones en guerra.
Pasamos a tener otro nivel de conexión. ¿Me entiendes? El momento en el que Jeff Bezos es dueño del Washington Post y a su vez tiene más del 50 % de las ventas online de Estados Unidos, es otro nivel de peso.
LATINNESS: Muy buen punto.
SEBASTIÁN: Siempre ponía el mismo ejemplo: que si fuéramos en un viaje de vacaciones a Oriente Medio, a algún país en riesgo o a ciertas áreas de África, nos secuestraran los rebeldes y exigieran una cierta cantidad por soltarnos, ¿qué presidente sería el que tendría más posibilidades de negociar nuestra liberación? ¿El de Chile? ¿El de Portugal? ¿El de Panamá?
En cambio, si alguno trabajara para una de estas grandes empresas, como Facebook, Tesla o Amazon, podría ser más ventajoso que ser un ciudadano de Portugal, de Irlanda, de Chile o de Panamá. Porque quizás los rebeldes tomarían mucho más rápido el llamado de Mark Zuckerberg o de Elon Musk, ¿no?
Hay cambios que recién el público está empezando a entender. Cuerpos de trabajo que venían desde hace mucho tiempo, pero que hoy tienen otro nivel de respeto. Hay más credibilidad y un mayor beneficio de la duda, como ok, ya you’ve got my attention, muéstrame un poco más. Eso antes no pasaba.
Creo que están empezando a caer estas pelotas. Se está comenzando a acercar un tipping point.
LATINNESS: Teniendo en cuenta lo exigente de tu papá, ¿cómo defines el éxito en el tipo de arte que estás creando long term? Porque a nuestros ojos eres un artista exitoso, pero de lo que entiendo, quizás sientes que no has llegado al éxito que estás buscando.
SEBASTIÁN: ¿Yo? Muy lejos. Mira, cuando era chico mi mesada dependía de hacer las fichas de las clases de la universidad de mi padre. Me sentaba con listas de diapositivas, las miraba y debía escribir en el borde la información de cada pintura.
De pequeño, cuando tenía un conocimiento del arte en general, el artista más importante de lejos siempre fue Leonardo da Vinci. Y, por ende, para mí todo se ha tratado de ser un pequeño porcentaje de él. Resultaba mucho mejor intentar alcanzar un 15 % de Leonardo Da Vinci, que procurar llegar a un 40 % de Picasso o un 60 % de Jeff Koons.
LATINNESS: Claro, un Renaissance Man.
SEBASTIÁN: Para mí eso era muy claro. Leonardo es un tipo que también se dedicó a esta idea más renacentista del artista, porque mezclaba la ingeniería con la ciencia, el arte y la arquitectura. Mi objetivo, entonces, siempre ha sido ser lo mejor que pueda. Y eso es una pelea contra mí mismo. Espero que a los 80 años me pregunten: ¿qué tal estuvo? En este momento apenas estoy a la mitad.
LATINNESS: Fascinante. Siempre reach for the stars.
SEBASTIÁN: Ya, pero es que es increíble que haya tantas incongruencias y discrepancias en las artes con otras áreas. Si un niño o un joven dice que quiere ser el mejor artista, le responderían que es pretencioso.
LATINNESS: Claro.
SEBASTIÁN: Y es que se cree que el arte está en el ojo del observador. Que todos los artistas tienen un espacio. Pero si ese mismo niño dice: “Quiero ser el mejor basquetbolista o el mejor futbolista”, el mundo le celebra y le compran pelotas y lo inscriben en un curso.
Si un artista trabaja 14 horas diarias, todos le dicen que se obsesionó y que es un workaholic, que tiene que ir a fumarse un caño y buscar inspiración en los cerros. Pero si un basquetbolista está desde las seis de la mañana tirando cestas, practicando una y otra vez, eso es lo que se espera que deba hacer.
De ahí que haya tanta desconexión en cómo tratamos a las artes, porque creo que la gran mayoría de la gente, incluso los coleccionistas, las mira como algo curioso, simpático, casi como una artesanía. No las toman con la misma seriedad. Pienso que son errores de sistema y son reflejos de burocracia. Y siento que es vital volver a la competitividad, a la excelencia y a la exigencia, en especial en una época en que la inteligencia artificial se está metiendo tan fuerte en todas las áreas.
Si no hacemos esto ahora, estaremos fritos para los próximos diez años. Porque los artistas son más fáciles de copiar hoy día, pues se repiten a sí mismos. Por eso escuchas decir: “hazme una obra al estilo de Jeff Koons o de Kusama”. Y se repiten a sí mismos hasta el punto en que en lugar de ser artistas, pasan a volverse diseñadores de marcas de lujo.
Hoy día, entre un Jeff Koons o un Daniel Arsham o un Louis Vuitton, no hay mayor diferencia. Uno le pone los LV a todo y el otro le pone los pedacitos de cristales a todo. La misma huevada, que no merece ser considerada reflejo de nuestra búsqueda existencial o de lo difícil que es explicar la existencia humana, No sé. Ambas son marcas de lujo, no más.
LATINNESS: Eres superactivo en redes sociales. De hecho, tenemos varios años siguiéndote y me alegró saber que fuiste el más fotografiado en Art Basel, porque seguramente eso te ayudó con el algoritmo del que tanto te quejas. ¿Cuál consideras que es el rol de un artista en la era de las redes sociales?
SEBASTIÁN: Me tocó estar en una charla sobre el futuro de la creatividad en la era de la tecnología. Fue el único evento que hice en la semana de Art Basel. Los otros panelistas también eran creativos; algunos, diseñadores.
Los demás artistas se reían de mí, porque con cada post veían que quería meterme entre las patas de los caballos, como dicen en Chile. Me acusaban de ser en exceso honesto y de involucrarme en problemas que no debía.
Espero que eso también tenga valor a la larga. Siento que a la gente le puedo caer bien o mal, pero al menos saben que soy honesto. Y creo que eso, en la medida en que la sociedad vaya cambiando rápido, a causa de la tecnología y de otros temas, y necesitemos opiniones de personas que sugieran qué hacer o por dónde ir, o qué opciones probar, vamos a requerir más voces en las cuales podamos creer, que sean honestas y bien intencionadas.
He tratado de ser siempre honesto; por supuesto, intento “marketearme” un poco, como todos, y ser astuto para ciertas cosas, pero en el fondo hablo sobre los temas que siento que tengo que hablar. Posteo una gran variedad de cosas que me interesan. Puedo ser juguetón o ponerme serio, pero a la larga siento que con el tiempo se ha generado un cierto respeto. Les puede gustar o no, caer bien o no; aun así creo que muchos piensan: “este trabaja duro y es honesto”.
En el largo plazo, en la medida en que las cosas se vayan saturando, este puede ser un buen capital humano con el cual contar, para poder ayudar más, para poder hacer un mayor aporte.
LATINNESS: Lo bueno de las personas que hacen lo que tú haces es que generan esas conversaciones: Sin importar si a la gente le gusta o no, al menos lo está comentando, ¿no?
SEBASTIÁN: Cuando uno es más joven, está más ansioso y tiene más que demostrar. Estoy como una pila, pero creo que con el tiempo uno se va moderando. Y ojalá con el tiempo vaya aprendiendo a ser un poco más sabio, un poco más blando, un poco más… Evitando confrontaciones, pero con el mismo nivel de fuerza, de honestidad y la capacidad de expresar lo que uno opina, ojalá con los argumentos correspondientes y todo. Espero que el tiempo juegue a mi favor.
LATINNESS: Como tú eres discípulo de la creatividad y nosotros nos siguen y leen jóvenes creativos, ¿qué tips or practices recomiendas para fomentarla?
SEBASTIÁN: A ver, muchos. El primero: están las típicas frases cliché que se le atribuyen a Picasso o a otros, de 99 % de transpiración, 1 % de inspiración; eso es 100 % real. Los artistas más exitosos que conozco son también los más trabajadores.
El segundo: en esta era, es imprescindible encontrar la manera de desconectarse del teléfono, porque con la poca atención que conseguimos, lograr generar ventanas de espacio en las que puedan salir ideas, resulta muy difícil si esta es muy cortita.
En mi caso, he probado de todo, desde comprarme el container con un timer que bloquea el celular, a pasárselo a mi novia y que me ponga otra clave. Lo que me suele funcionar mejor, y es más simple, es la música. Escuchar música lo suficientemente movida que me logre estimular de tal manera que no quiera ver el teléfono, y que me permita estar tan metido que me vaya un rato.
Otra recomendación es buscar un rito o mantra parecido al que usan aquellos que meditan. Una especie de “Om” que te permite enfocarte en la respiración. Yo golpeo la mesa, como si fuera a marcar un pulso. Así que, por lo general, tengo papel y lápiz, pongo música muy fuerte y golpeo la mesa. Aunque suene mal, es casi un tema de tensión sexual, pues uno desarrolla un cierto crescendo de fuerza; en mi caso, me fuerzo a no pensar, no pensar, no pensar, no pensar, genero energía y se me empiezan a ocurrir ideas.
LATINNESS: Muy interesante y realmente tan sencillo…
SEBASTIÁN: Es parecido a ser como la médium en una película que tiene su bola de cristal y dice: “tengo una idea”.
Así es como empiezo a sacar pequeñas ideas y voy rayando lo más rápido que puedo. Ese proceso es casi como una película de ciencia ficción en la que se abre una ventana a otra realidad y generalmente, por alguna razón, dura solo cierta cantidad de tiempo y después se cierra.
Así que tengo una ventana de tiempo en la que trato de sacar ideas que, creo, salen del inconsciente, porque son asociaciones muy raras que no hacen mucho sentido. Después me pasa que cuando termino, medio agotado, me pongo a mirar con la mente consciente todo lo que hice y aunque la gran mayoría no sirve de nada, de vez en cuando hay ciertos atisbos. ¿Por qué me gusta esto? Porque es interesante ver que algunas de esas ideas son casi como un regalo y uno es el primero en recibirlo, disfrutarlo y gozarlo, pues creo que se logra identificar de manera racional una asociación del inconsciente.
Mi último consejo sería esperar. Siempre suponemos que la idea que tenemos en el momento es buena. Yo soy del pensamiento de que es mejor ir a suficientes citas antes de ponernos de novio con alguien; es lo mismo con las ideas. Si les vamos a invertir tiempo, energía y reputación, y a presentarlas a nuestra gente, tienen que ser buenas. Y para que así sea, es preferible hacerlas esperar; no puedes casarte con la primera idea de manera inmediata.
Para lograrlo, hay diferentes sistemas: a mí me sirve tener las ideas en alguna parte; es decir, pegadas en un muro, porque si las pongo en una hoja o están en un cuaderno, no las vuelvo a mirar. En cambio, si las veo pegadas, visibles, entre que voy al baño, llego de comprar no sé qué o voy a alguna parte, me topo con ella y si era mediocre o algo le faltaba, encuentro la pieza que encaja para que valga la pena.
LATINNESS: ¡Visualización!
SEBASTIÁN: Por eso mi consejo es que cada quien busque su sistema. Y es que creo que la creatividad es una ciencia igual a cualquier otra, a la que hemos malentendido o que no la hemos practicado; hemos sido muy irresponsables con ella al querer otorgarle cualidades democráticas.
Con esto me refiero a que cuando se le dan ciertos valores ultraliberales que parten desde la bondad, la inclusión, de poder ayudar a todos, por lo general disminuyen los niveles de exigencia y de responsabilidad. Es así como categorías completas bajan en calidad y se olvidan lo que era el esfuerzo. Se nos empiezan a perder ciertos valores necesarios para llegar realmente a un bien mayor.
Creo que el arte no es democrático, porque es un lenguaje. Por ende, si a mí me pasan una obra de Shakespeare en chino mandarín, me es imposible leerla, pues no tengo los códigos para hacerlo. ¿Me entiendes?
En el arte contemporáneo, todos reaccionamos de manera similar a ciertos colores, a ciertos dibujos, a ciertas imágenes, pero en el fondo es un lenguaje. Lo relaciono, por ejemplo, con que muchos hemos tenido la experiencia de ir a París y aunque uno tenga un francés más o menos decente, te miran pésimo al hablarlo con ellos. ¿Cierto? Porque no importa cuán bueno sea tu acento, si no es perfecto y originario, no eres de ahí.
En las artes pasa lo mismo. En las artes están los mismos niveles de estatus y de estándares, y son lenguajes, son códigos. No quiere decir que un lenguaje sea necesariamente mejor que el otro o que uno pueda establecer quién es el dueño del lenguaje. Los lenguajes cambian, al igual que las palabras y los modismos, pero el lenguaje no es democrático. El lenguaje requiere que aprendamos a hablarlo si vamos a participar de él, aunque sea para cambiar el lenguaje mismo.
Imágenes cortesía de Sebastian Errazuriz Studio.